Empate. Poco del equipo en ataque, que viene con la pólvora mojada en 2011.

Ninguno de los dos tuvo la decisión de lastimarse. Se midieron toda la tarde pero se fueron en amagues que no justificaron sus pretensiones de clasificar al nonagonal final. Lo tuvieron y no pudieron. Juventud Unida y Talleres terminaron 0-0. Sí, un empate que, al menos desde lo anímico, le sirve a los dirigidos por Sapito Coleoni, en su debut en el banco de la T.

El arranque del juego tuvo al local mejor predispuesto, tratando de darle buen destino a la bocha, en un campo de juego con varias imperfecciones.

A los 10, Juventud lo tuvo en el pie derecho de Fernández pero su remate se fue desviado. En tanto, los conducidos por el Sapito trataban de morder al medio, pero pocas veces el Polaco Gianunzio recuperaba la pelota para fabricar las contras en el albiazul.

Una combinación entre Zárate, Pieters, Anívole y Riaño terminó en las seguras manos del arquero Brasca. En los puntanos, Godoy manejaba los tiempos y generó peligro, sobre todo cuando se tiró por la derecha. A los 18 desbordó y su centro pasado no encontró cabeza que le sacara réditos mayores. Más tarde, a los 17, Claudio Sarría probó desde larga distancia y su tiro se fue besando el palo de Crivelli.

Lejos de clarificar sus intenciones, los dos abusaron de la imprecisión y se repartieron la pelota.

Buenas intenciones pero mal llevadas a las práctica para un primer tiempo que los dejó a los dos como deudores.

Distinto pero igual. Talleres salió a jugar el complemento con otra determinación. Sabía que tenía que cambiar la imagen gris de la primera etapa. A los 7, el Chavo Ruiz desperdició un tiro libre y la mandó por arriba. Después, a los 13, Cosaro estrelló su tiro en el travesaño. Parecía que la T iba a tocar el timbre del primero pero no. La sonrisa iba durar un suspiro.

Lejos de cuidar la bocha, al medio Talleres no pudo y Albarracín exigió a Crivelli que la sacó al corner. Más tarde, otra vez Crivelli se estiró como chicle para evitar la caída albiazul.

Con el discurrir del juego, las piernas se cansaron y decayó el vértigo del comienzo.

A los 35, Wilson Albarracín terminó de convertir en figura a Crivelli que rozó la pelota, dio en palo y terminó en el córner. ¿Y Talleres qué? Apenas un remate con cierto riesgo de Zárate, que intentó ponerse el equipo al hombro pero no tuvo la influencia de otras tardes.

Es que Sacripanti y Riaño no gravitaron en su hábitat y, las chances que generó la T, no tuvieron la pericia para terminar en gol: Un mano a mano de Anívole y otro del uruguayo Barón.

Con el discurrir del juego, las piernas se cansaron y decayó el vértigo. Iba haber una más para Juventud Unida. Abajo del arco, Pavicich no pudo desviar la pelota y se perdió un gol casi cantado.

Fue un 0-0 de dos equipos que fueron en amagues. Quizá el punto sea de apoyo en la era de Coleoni.