Del 0-1 al 2-1. El DT Saporiti tocó la fibra íntima de sus jugadores y Talleres le ganó a Maipú.

"No podemos quedar como cagones". La voz de Roberto Marcos Saporiti retumbaba en el vestuario de Talleres. Trataba de tocarle la fibra íntima al equipo albiazul porque no había salido a escena. Al cabo del primer tiempo, la fiesta del Chateau, esa que habían preparado los hinchas de Talleres, la disfrutaba Deportivo Maipú, el líder de la Zona 3, a partir del fútbol que salía de los botines del vigente Leonardo Torre, un ex Belgrano.

La voz del "Sapo" seguía dura. "Muchachos. Delante de nuestro público, yo me siento en deuda. Siento que mi mensaje está fracasando, que no llegó. Son ustedes los que pueden cambiar esto. Más allá de empatar, ganar o perder, la imagen del segundo tiempo tiene que ser diferente. Nos debemos al pueblo de Talleres. La gente no puede ver a un equipo así. El principal responsable soy yo", decía el experimentado DT.

El mensaje estaba ahí. Se tomaba o se dejaba. El miedo escénico ante un rival calificado y un marco exigente había que gambetearlo, decía Saporiti, hombre de muchas batallas. La fuerza de Federico Lussenhoff y la inteligencia de Ramiro Pereyra fueron las primeras respuestas. La de Damián Solferino resultó la más contundente. El ex Argentino de Quilmes le dio un sentido literal a los dichos del entrenador.

Las dos primeras pelotas serias que tocó las mandó adentro. El jugador venido con chapa de goleador del ascenso metropolitano hizo su primer doblete. De esos que sirven. No de aquellos que decoran un resultado, sino de los que determinan un resultado.

Un buen momento para un delantero que empezó bajo por una lesión muscular, que levantó al anotar sus primeros goles (el 3-0 a Desamparados y a Racing) y que se potenció ayer.

"Fue todo bárbaro. Fueron las dos primeras que toqué. Había que estar tranquilo. Saporiti nos dijo que no podíamos quedar como cagones. Les ganamos bien, sin esconderles la pelota como hicieron ellos en Mendoza. El objetivo debe ser el ascenso. Vine para quedar en la historia", contó Solferino.

Y su imagen fue la de Talleres. Como nunca antes, el equipo albiazul revirtió un resultado, algo que levantó a la concurrencia en aplausos y loas. En dos jugadas dejó sin invicto a Maipú, que había merecido más que el 1-0 de Reynoso.

Al final, Talleres llenó los ojos de los hinchas y también los del futuro inversor del club Andrés Fassi, quien ocupó posiciones en la zona de palcos, el mismo lugar de sus antecesores Granero y Ahumada. "Me gustó Solferino", opinó Fassi, quien también alabó a Lussenhoff.

Todo el mundo coincidió en el cambio de imagen de Talleres, en el complemento, y en la eficacia del goleador (ahora con cuatro al igual que Agustín Díaz y Moreyra). Por eso todas las requisitorias hicieron hincapié en el mensaje de Saporiti, del entretiempo. "¿Si influyó? Fue responsabilidad de los jugadores. Ellos ganaron", dijo el propio DT y se fue tranquilo. En su fuero íntimo, hará la contabilidad de cuántas veces dio resultado esa arenga y cuántas no. Ayer, sumó.