El expulsado Viveros se hizo cargo de la caída de Talleres.

El malestar con Alexander Viveros, después del 1-3 de Talleres ante Unión, se percibía en el ambiente. En las palabras de los numerosos hinchas albiazules que se infiltraron en las plateas del estadio 15 de Abril, y también en los gestos de Carlos Ahumada, Martín Vilallonga y Humberto Grondona (la cúpula completa de Ateliers), quienes apuraron los pasos para evitar preguntas incómodas a la salida del vestuario.

El mediocampista colombiano, quien fue expulsado cuando se jugaba un minuto y 28 segundos, por una fuerte infracción sobre Martín Zapata, aprovechó cuando los periodistas estaban distraídos con Ángel Comizzo (“De eso no se habla”, dijo el DT sobre la jugada que condicionó el trámite del partido) para salir del camarín y enfiló hacia la playa de estacionamiento. Allí, mientras esperaba el colectivo que trasladaría a la “T” hacia Córdoba, aceptó el diálogo con La Voz del Interior.

–Fue una jugada clave para el desarrollo del partido, ¿cómo la analizás?
–Fue clave, sin dudas, porque salir del campo de juego al inicio del partido significó nivelar el partido a favor de Unión. Fue una situación desafortunada y lamentablemente fui yo el que estuvo involucrado, pero esto es fútbol y hay que bancarse lo que pase. En ningún momento tuve la intención de golpear al compañero de Unión; simplemente, él es un poco más bajo que yo, salto a buscar la pelota, abro los brazos para cubrirme y ahí le pego en la cara. Podría haber sido una amarilla pero el árbitro tomó la decisión de expulsarme. Y, cuando uno se pone a mirar, la roja está bien.

–¿Reconocés la expulsión como una decisión justa?
–Sí, está bien la decisión porque yo lo golpeo. No hubo intención, pero sí contacto.

–¿Te sentís responsable de la derrota?
–Sí, completamente. Soy el responsable porque en el fútbol de hoy es muy difícil jugar con 10 hombres casi todo un partido.

–¿Temés algún reproche de los hinchas o alguna represalia dirigencial?
–No, ¿por qué? Yo tengo la personalidad para aceptar cuando me equivoco, y además me equivoqué sin intención. La expulsión fue una decisión del juez y uno debe aceptarla. Uno no se puede quedar en el campo peleando y discutiendo.