Talleres acumuló su tercera derrota consecutiva, pagando otra vez alto precio por sus horrores defensivos. El Independiente mendocino, con poco le hizo tres, cuando la “T” ganaba 1 a 0. Angel Comizzo comprobó en el Chateau que tiene mucho por hacer.

Cuando un equipo está claramente seccionado como este Talleres modelo 2008, tan partido en dos con un perfil para atacar y otro peligrosamente endeble para defender, deja librada su suerte y especialmente su cosecha, en los astros que puedan acompañar la facturación en el arco de enfrente a aquellos que tienen la responsabilidad de marcar la diferencia. La famosa frase del «Coco» Basile le cae bárbaro a esta estructura que pergeñó y dilapidó Rubén Insúa; esa de «vamos a ver cómo se levantan los muchachos a la mañana». Nada más real. Si Cuevas, o Quiroga, o Rosales, o Borghello, o Rimoldi han tenido un buen despertar, después de un buen sueño, entonces Talleres verá acrecentadas sus chances de tener una tarde tranquila. De lo contrario masticará la bronca de la derrota como le ha sucedido en los últimos tres juegos en los que acertó poco y se siguió equivocando mucho.

Para que sea más claro y hasta que pueda verse la mano del «Flaco» Comizzo en este equipo, Talleres debe tener en cuenta que para ganar y sumar, deberá hacer más goles de los que normalmente le convierten a su pobre defensa. Los quince goles en contra en cinco partidos jugados, al menos por ahora, así lo demuestran.

Ante Independiente Rivadavia de Mendoza no hubo excepción. A pesar de que la derrota y la chapa final de 3 a 1 represente un castigo demasiado duro, teniendo en cuenta las situaciones que generó en las narices de Jorge Vivaldo. Pero la definición fue clarita y no se discute: todo lo mucho que Talleres desperdició, con mucho menos, Independiente lo capitalizó con creces en el arco de Anthony Silva quien dicho sea de paso, esta vez no tuvo ninguna responsabilidad en los goles del elenco cuyano.

Pero más allá de las razones por defección individual que son elementales para explicarle al que no fue a la cancha los por qué de este Talleres tan vulnerable y campo orégano para cualquier equipo que lo ataque, hay que consignar además las falencias en los movimientos tácticos en el achique de espacios en la cercanía de su arquero y la precariedad conceptual para sacarle provecho a las posibilidades que, en cada partido, brinda el juego.

¿Cómo fue? Lea y si usted juega al fútbol, podrá sacar sus propias conclusiones: Talleres ante Independiente fue casi siempre el dueño de la iniciativa. Por historia, por el empuje de su gente y sobre todo por su tremenda necesidad. Puesto así, instaló el partido en terreno «Leproso» y solamente en el transcurso del primer tiempo construyó cerca de Vivaldo no menos de cinco situaciones muy netas para ponerse en ventaja. Nunca lo supo hacer. Ni Cuevas con la pólvora muy mojada, ni Quiroga ni Rosales ni tampoco Lussenhoff, lanzado en algún pasaje del juego a posiciones ofensivas, convirtiendo entre todos a Vivaldo y su veteranía en gran figura, acompañado por Fernando Pomba, quien en el medio de su defensa se aburrió de rechazar e interceptar todos los intentos de la «T» en materia de ataque.

Mientras eso pasaba, mientras Talleres manejaba a gusto y placer campo y pelota con situaciones de gol incluídas, el elenco de Roberto Trotta sólo se encomendó a la solidez de Vivaldo-Pomba para seguir soñando con la virginidad de su arco y a la velocidad de Gómez en el extremo derecho cada vez que pudo tener un ratito la pelota, para acercarse sin nada de peligro sobre la valla de Silva.

Así se consumió el primer tiempo. Con Talleres y su esterilidad. Con Independiente y su tranquilidad. Hasta que se movió el avispero a casi treinta minutos del final, lapso en el que se acentuó la trascendencia y la valía de lo que estaba en juego: TRES PUNTOS DE ORO. A los 20´ convirtió Matías Quiroga en una de las poquitas veces que lo buscaron con un zurdazo a lo «Pinino». Más, que engañó a Vivaldo porque esperó el centro para Cuevas y se quedó a mitad de camino. Gol con forceps. Había ido tanto la «T» infructuosamente que el impacto sirvió para que explotara el Chateau y DEBIO haberle servido para encarar con tranquilidad e inteligencia los minutos finales. Pero eso no sucedió. No tuvo ninguna de las dos cosas. Y en estos casos, para salir de abajo o prenderse arriba, esos atributos son fundamentales. Talleres no logró mantener ni cinco minutos esa diferencia que tanto le había costado conseguir y preso de su propio tembladeral, dejó agrandar a un tímido rival, que herido y todo advirtió lo mucho que cuesta defender una pelota en el fondo albiazul. Aprovechó, fue por todo y en 20 minutos se quedó con el partido. Empató por Ledesma tras un rebote en el palo, aumentó por Cavallero, que capitalizó una falla inadmisible de Torsiglieri y cerró con De la Vega de penal un 3 a 1 impensado para la poca ambición que había mostrado en la mayor parte del juego.

Perdió Talleres. Le hicieron tres goles de contra (en el tercero Faraoni vio penal de Viveros tras la corrida de Garrido) cuando ganaba el partido y por la forma horrible con que se defiende. Perdió feo la «T». Ahora más que nunca depende del Flaco.

Resumen del partido

TALLERES 1 / 3 INDEP. RIVADAVIA
Goles: ST 15m. Quiroga (T), 19m. Ledesma (I), 23m. Caballero (I) y 43m. De La Vega (I).
Cambios: ST 24m. Reyes por Alvarez (T), 27m. Palacios por Ledesma (I), 33m. Emanuel Torres por Giarrizo (I), 34m. Plana por Cabrera (T), 36m. Viveros por Quiroga (T) y 45m. Ferrero por Caballero (I).
Amonestados: En Talleres: Lussenhoff, Rimoldi, Cuevas y Viveros. En Indep. Riv: Gómez, Ledesma y Pomba.
Cancha: Estadio Córdoba.
Arbitro: Cristian Faraoni.