Superó a Platense por 3 a 2 y dejó atrás una racha negra de 27 partidos sin triunfos en terreno ajeno, condición en la que no ganaba desde agosto de 2006.

BUENOS AIRES.- Largo tiempo debió esperar Talleres para volver con un triunfo a Córdoba. Acumulaba un año y medio, 27 cotejos en una cadena que parecía interminable, pero que tuvo su fin anoche en cancha de Platense, donde derrotó al local por 3 a 2. Lo mejor de su repertorio se vio en los primeros minutos de la etapa inicial, y aunque en la segunda se quedó porque salió a ver que pasaba y perdió el control de la pelota ante un «Calamar» que con poco lo puso contra el arco, se aferró a una victoria tan esperada, tan necesaria.

Este Talleres se armó para salir de abajo y pelear por otras cosas en la tabla. Y por lo visto en el primer tiempo, tiene con qué, por plantel, individualidades y otros argumentos.

El rendimiento de la primera etapa fue muy superior al exhibido por el equipo albiazul el año pasado en largos pasajes del torneo, y también al de un Platense que se complicó solo, muy frágil atrás, previsible y desconcertado.

Los dirigidos por Insúa parecían un segundo adelantados en la cancha y entre los méritos propios y las fallas del rival dominaron casi a voluntad. Incluso al final de los primeros 45, cuando los albiazules se relajaron un poco y el ritmo bajó la intensidad, Talleres lució muy firme y seguro, con el resultado casi asegurado.

El partido empezó con gran intensidad, al punto que antes del cuarto de hora ya se habían convertido tres goles y generado varias chances. Arrancó arriba la «T», por un pelotazo de 40 metros de Maidana que tomó a contrapierna a la defensa «Calamar», sobre todo a Báez, quien se cayó y dejó solo a Rosales, para que el enganche fusile a Migliardi, a los 7 minutos.

Pero Talleres tampoco era sólido en defensa y dos minutos después, tras un corner, Concistre la enganchó de espaldas al arco y puso el 1 a 1. Casi de inmediato, el mismo delantero cabeceó otra, pegada al palo.

Pese al susto, los albiazules retomaron el dominio de las acciones con un Rimoldi convertido en eje del equipo. De hecho, el volante había estado cerca del gol con un par de remates: uno que se fue rozando el poste y otro que se colaba en el ángulo y sacó Migliardi con esfuerzo.

La supremacía de Talleres se tradujo en el marcado con dos penales correctamente sancionados, aunque ambos muchas veces pasan de largo sin sanción. En el primero, Banega tomó a Maidana hasta bajarlo, y en el otro Jorge Alvarez acomodó la pelota con el brazo en forma inocente. En ambos, el goleador Borghello no falló, en un 3-1 para la ilusión.

También en el arranque del complemento, los de Insúa aquietaron el ritmo frente a un «Calamar» muy limitado, impotente. Lussenhoff fue de menor a mayor en su nivel, Oyola lució seguro y Borghello continuó inquietando con su rapidez y movilidad.

Y aunque Rosales apareció muy poco y Rimoldi ya no fue tan activo, Talleres pasaba por pocos sobresaltos.

Hasta que a los 24, Concistre quedó mano a mano y solo ante Silva, la tiró arriba. Y un minuto después, Gonzalez ejecutó un tiro libre de raro efecto, que superó la estirada del paraguayo, para el descuento. Y para el sufrimiento.

Es que Platense se le fue encima y Silva debió esforzarse en otro mano a mano con González. Y sobre el epílogo, Cabrera despejó sobre la línea de sentencia un centro pasado que iba a la red. Así de apretado terminó Talleres. Y aunque el dueño de casa hizo méritos para el empate, el triunfo albiazul no estuvo para nada mal.