En el inicio de "la era Ahumada", Talleres venció a Platense por 3 a 2 con goles de Rosales y Borghello (2).

El dinero, ¿todo lo puede? En la vida, es más probable; en el fútbol, todavía es un mito. Aunque con partidos como el que Talleres jugó anoche ante Platense, y que ganó 3 a 2, cortando una racha de casi 18 meses sin triunfos de visitante fuera de Córdoba, habrá que pensar seriamente que pueden haber excepciones.

La línea que bajó Carlos Ahumada, el nuevo hombre fuerte de Ateliers, fue muy concreta. "De los goles convertidos y recibidos son responsables los jugadores. Como directivos, nos toca darles todo para que ellos sólo se preocupen de jugar". Y ayer, en el primer capítulo de esta nueva historia, cada uno hizo su parte, y ambos terminaron festejando a grito pelado. Los jugadores, en el campo de juego del estadio de Vicente López; el gerenciador, en una cabina de prensa del escenario calamar.

"Estoy muy emocionado", admitió el empresario cordobés-mejicano, quien antes y después del partido motivó al plantel con sus arengas. "Me gusta hablar en el camarín", dijo Ahumada. "Nos animó. Dijo que tenemos que pelear arriba. Eso demuestra que está compenetrado no sólo en lo institucional, sino también en lo deportivo", comentó el colombiano Alexander Viveros.

Un estatus impensado. El plantel pasó, en pocos días, de la incertidumbre por las deudas que arrastraba la gestión de Carlos Granero y por el preocupante rendimiento deportivo de la primera rueda (15º, con 23 puntos), a un estatus impensado y motivador, como para intentar torcer la suerte en el césped.

Hoteles cinco estrellas, viajes en avión (en breve será en el de Ahumada), contratos al día, premios convenidos antes de arrancar y cuatro figuritas difíciles como Federico Lussenhoff, Paulo Rosales, Antony Silva y Viveros: fueron algunas de las acciones que llevó adelante Ahumada para tratar de encausar el timón de un barco que parecía hundirse tras el último partido de 2007, ante Tiro Federal. Luego de aquel epílogo confuso, con declaraciones que amenazaron fisurar al grupo y con el propio Insúa sin saber si le venderían a Cuevas y Borghello, las joyas de la abuela, para paliar gastos.

Tres puntos que ilusionan. Ese orden interno no convirtió a Talleres en un Fórmula Uno. Nada que ver. Pero el equipo reapareció ayer en la B Nacional con un nuevo formato táctico y estratégico. Con el respaldo oro del nuevo grupo inversor, Insúa se largó a "volar": línea de tres, cuatro volantes con Rimoldi de distribuidor y un enganche como Rosales, y la temible dupla goleadora Cuevas-Borghello. Tuvo mucho más fútbol que el año pasado, y también sufrió bastante por sus defensores y su arquero. Pero ganó, y eso vale un montón.

"Hagamos fuerza para llenar el estadio el sábado ante Almagro", exclamó Ahumada al final. "Los invito a todos. Y que las mujeres y niños lleven un pañal o un alimento para el hospital...", agregó.