Miró siempre el arco del frente y ésa fue su mejor virtud. Pero se distrajo tanto apuntándole al arquero contrario, que cuando debió defenderse ante un rival diezmado y con tres jugadores menos, no supo hacerlo. Talleres nunca había estado tan cerca de la gloria. Talleres nunca vivió una decepción tan grande.

Aquel 2-2 del verano del ‘78 entre los albiazules e Independiente quedó en la historia como uno de los partidos más épicos del fútbol argentino. Fue hazaña incomparable para los rojos de Avellaneda... y fracaso indisimulable para los de barrio Jardín, un epílogo injusto para un equipo que tuvo fútbol de alto vuelo pero al que le falló el tiro del final.

Dos empates, un campeón. El atraso del calendario del Nacional ‘77 hizo que las finales del torneo se disputen el 21 y el 25 de enero de 1978. Independiente hizo de local en el primer partido, en el cual Talleres fue superior durante gran parte del encuentro y se llevó un empate 1-1 con sabor a triunfo. El cotejo había tenido su costado polémico cuando a los 15 minutos del segundo tiempo, con el marcador en blanco, Ángel Coerezza otorgó un penal a favor del local por una supuesta infracción del arquero Rubén Guibaudo en contra de Pedro Magallanes. "¿Qué sancionó Coerezza? ¿Mano del arquero dentro del área penal?", se preguntó irónicamente la revista El Gráfico. Enzo Trossero convirtió desde los 11 metros y por la misma vía igualó Ricardo Cherini cinco minutos más tarde.

En Córdoba, la fiesta estaba preparada. A su arribo a Córdoba, una multitud esperó al plantel en el aeropuerto y durante dos horas y media el equipo fue paseado triunfal por las calles de la ciudad, hasta llegar a la concentración en la Hostería Achalay, en Villa Carlos Paz.

Todos con la "T". El 25 de enero, Córdoba amaneció azul y blanco. La "causa Tallarín" fue abrazada por hinchas de provincias vecinas, que llegaron a Córdoba sin siquiera saber si conseguirían alguna localidad. Desde muy temprano, la cancha lució repleta, incluidas las tribunas tubulares montadas para agrandar su capacidad. Hubo paracaidistas, bandas militares, números de destreza... Una fiesta.

"Entre el uniforme color albiazul que mostraban las abigarradas tribunas se distinguían banderas de San Martín de Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero, San Juan y los colores de Newell´s y los infatigables "piratas" de Belgrano, que alentaron permanentemente a su eterno rival", contó La Voz del Interior en su edición del 26 de enero de 1978.

El 0 a 0 alcanzaba por aquello de los goles de visitante, pero Talleres no sabía especular. A los 29 minutos, Norberto Outes conectó de cabeza un tiro libre y puso un anticipo de lo que vendría. A los 24m empató Cherini de penal y sólo dos minutos más tarde llegó la polémica: centro de Ludueña, salto de Bocanelli (¿puñetazo?) y la pelota que se mete adentro del arco de Roberto Rigante. Con los jugadores de Independiente rodeando al árbitro Roberto Barreiro, se vio la roja al aire para Omar Larrosa, Enzo Trossero y Rubén Galván. La visita amagó retirarse de la cancha, pero el DT José Pastoriza y el presidente rojo Humberto Grondona lo impidieron.

A 19m del final, con tres hombres de más, nadie dudaba de la victoria. Pero a los 37m llegó la pared entre Biondi y Bochini y el gol de éste para el 2-2 definitivo. "Recuerdo que me senté en el banco del comisario deportivo esperando un alargue que no llegaría, porque el empate era derrota", recordó Cherini años más tarde.

El hermoso sueño del campeonato y de la Copa Libertadores terminó en una pesadilla diabólica. El guión de la película del campeonato, no tenía final feliz.