El nombre de Carlos Ahumada en el ámbito del fútbol mejicano fue tan polémico como todas las actividades que emprendió en el país azteca.

Su primera incursión la realizó en el Santos Laguna de la ciudad de Torreón, donde compró la franquicia en diciembre de 2003 a cambio del pago de 10 millones de dólares.

Sin embargo, su intervención dejó al club al borde del abismo y corrió peligro que esa franquicia desapareciera. ¿Por qué? Porque Ahumada huyó del país cuando se descubrió que había sido beneficiario político del Partido de la Revolución Democrática –fue capturado en Cuba y extraditado– y el club fue intervenido por la Federación Mejicana de Fútbol (FMF), la Procuraduría General de la República y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Según Sergio Rojas, editor de deportes del diario El Siglo de Torreón, “Santos corrió serio peligro de desaparecer. Ese 2004, el Santos, junto a Irapuato y Querétaro fueron confiscados por la FMF por sospecha de lavado de dinero. Santos fue rescatado por el Grupo Modelo, su anterior propietario, pero los otros dos clubes no tuvieron la misma suerte y desaparecieron”.