“Te doy la posibilidad de que te reivindiques ante los cordobeses”. Con estas palabras, mitad en broma y mitad en serio, el ex presidente de la Agencia Córdoba Deportes, Horacio Manzur, le confió a Renzo Facchín, uno de los arquitectos que diseñó el Estadio Córdoba, la ambiciosa obra de remodelación del escenario construido para el Mundial ‘78.

De este modo, el ex funcionario no hacía más que interpretar un sentimiento mayoritario. A nadie escapa la antipatía que genera en el público futbolero de esta ciudad la excesiva distancia entre las tribunas y el campo de juego del mundialista, uno de los aspectos fundamentales en los que hace hincapié esta reforma.

“Esto no es un plato volador, que cayó y se asentó solo; había que respetar un entorno y un diseño”, argumentó Facchín en un informe que La Voz del Interior publicó el 16 de mayo de 2004, con motivo del 26º aniversario de la inauguración del Chateau, y que planteaba la siguiente pregunta: “¿Por qué se ve tan mal en el Estadio Córdoba?”.

Aquella publicación reavivó el debate sobre la necesidad de acortar la distancia entre hinchas y jugadores, lo que se materializaría con la concreción del proyecto que heredó Medardo Ligorria, flamante titular de la dependencia que tiene a su cargo la política deportiva de Córdoba.

Los detalles de la obra. En la víspera, Facchín precisó que la obra se realizará en dos etapas. “Primero se hará un foso de tres metros de profundidad en la cancha, ya que se bajará el nivel del campo de juego, y al mismo tiempo se colocarán las butacas en las populares”, detalló. “Después se harán el nuevo anillo de tribunas y el reacondicionamiento de la cancha”, añadió.

“También hay que hacer otros trabajos menores, ya que el estadio está 25 años desactualizado”, precisó Facchín. Con la reforma, el estadio podrá albergar a 52 mil espectadores sentados.