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Los seguidores albiazules respaldaron a sus jugadores y hubo cerca de 30 mil personas en el Estadio.

“Quiero agradecer el apoyo de la gente, fue impresionante. Esperemos que nos sigan así. Entendieron el mensaje que dimos después del primer partido, que somos un plantel nuevo y que necesitábamos un poco más de trabajo. Viví este clásico a pleno. Tengo muchas ganas y muchas expectativas porque sé que este es un club grande y quedó demostrado” Julián Maidana.
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Marcos Villalobo /
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El hincha de Talleres se reconcilió con su equipo, ovacionó al goleador Borghello y se quedó con las ganas de gastar a los hinchas de Instituto. No hubo detenidos.

“¿Cuánto hace que Talleres no ganaba dos partidos seguidos?, ¿cuántas incorporaciones hizo Ateliers esta temporada?, ¿hubo algún hincha de Instituto en el estadio?”. Estas y cualquier otra pregunta poco le importa al hincha de Talleres que colmó el Estadio Córdoba para darle un marco espectacular al clásico, pese a que no hubo seguidores de Instituto, y festejó la victoria de su equipo.

Un clásico donde sólo hubo alegrías, ya que los hinchas visitantes no pudieron ver cómo su equipo caía sin atenuantes ante el conjunto de Salvador Capitano.

A pesar de ser una jornada laboral, y que el equipo todavía no había recibido el visto bueno de su gente, en el Chateau ayer hubo una multitud de cerca de 30 mil almas albiazules, que con el correr del partido celebró, gozó, ovacionó y hasta se ilusiona con el nuevo Talleres.

Por allí andaba Juan Carlos, quien llegó corriendo con el traje desarreglado segundos antes de que el árbitro Alejandro Sabino diera el pitazo inicial, gritando enloquecido el primer gol de Iván Borghello, que lo obligó a busca entre las butacas la corbata que perdió en el festejo. En otro sector se encontraba Nicolás, quien en silencio insultaba porque Instituto no encuentra juego. Él, junto a un amigo, son fanáticos de la “Gloria” y no se querían perder el partido, pero sufren con el “ole” de todo el estadio en un clásico dominado por los albiazules.

Talleres gozó de una fiesta reservada sólo para hinchas de albiazules. De folklore, poco y nada. “Qué lindo que era aquella época donde ganábamos y gozábamos a los de la otra popular”, dice un hincha añorando la clásica gastada en el clásico.

Talleres venció sin atenuantes a Instituto y los hinchas gozaron, con el “ole” constante en el segundo tiempo. Borghello recibió el mayor de los “cariños” y ya se metió en el corazón de los hinchas de la “T”, pero también hubo cánticos para el juvenil Julio Buffarini, y “Pelado” Alvarez. Lejos quedaron los insultos de la primera fecha.

El público despidió al equipo albirrojo con el cántico de “Hijos nuestros... hijos nuestros”, que los hinchas de la “Gloria” ni se enteraron, ya que los que se animaron a infiltrarse al Chateau, cuando Borghello convirtió el gol definitivo, tímidamente se fueron marchando.

Si la prohibición del ingreso del público visitante es una solución para el fin de la violencia, ayer el argumento fue válido. “Fue un milagro, no hubo ni un detenido”, dijo una alta fuente de la Policía de la Provincia.