Federico Jelic /
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Talleres e Instituto no sólo comparten la historia sobre sus orígenes, tan ligados al ferrocarril. La rivalidad es grande y, sin embargo, no privó que muchos futbolistas defendieran los dos colores. A continuación, sus vivencias.

Se viene el segundo clásico cordobés, que también es el segundo en importancia de la ciudad por tradición, rivalidad y antecedentes. Por esa rica historia, Talleres e Instituto tienen en común muchos futbolistas que cambiaron de barrio, a veces sin escalas intermedias, para defender la otra camiseta.

Al punto que Daniel Willington, el máximo símbolo albiazul, también supo vestir la casaca de la «Gloria» sin que disminuyera un gramo su idolatría.

No ocurrió lo mismo con Oscar Dertycia y la «Lora» Fernando Oliva, a quienes en Alta Córdoba no les perdonaron haber jugado en Talleres. Incluso volvieron a vestir la casaca albirroja y hubo reconciliación parcial, porque ya no iban a gozar la misma popularidad de sus inicios. Muchas veces, el traspaso fue traumático y deja cicatrices.

El intercambio de jugadores es tal entre dos clubes que comparten una historia común para sus orígenes, que hasta el día de hoy se dan casos concretos. Julián Maidana es capitán y referente albiazul, aunque su primer equipo en Córdoba fue Instituto; y Hernán Buján es titular indiscutido en filas albirrojas, después de registrar un paso por barrio Jardín.

También pueden nombrarse a los arqueros Diego Pozo y Damián Grosso, que jugaron en los dos bandos y en el clásico pueden cruzarse, aunque su grado de identificación con las hinchadas no es tan alto.

Por si fuera poco, los técnicos se suman a esta particularidad y Juan José López es el principal, por todo lo que significó su salida de Alta Córdoba para dirigir a la «T». Todos tienen algo para recordar, para contar. Pasen y vean...