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El capitán Julián Maidana estrecha filas con sus compañeros. Los albiazules levantaron su nivel y sumaron.

Talleres rescató un empate en su visita a Almagro, y pese a que se encontró en desventaja numérica, mostró evolución en su funcionamiento y en el juego.

Si bien es cierto que necesitaba la victoria para levantar cabeza, el empate puede dejarlo conforme a Talleres. Es que más allá de que los dirigidos por Salvador Capitano aún no ganaron en el campeonato, el rendimiento demostrado, sobre todo en el segundo tiempo, permite ilusionarse con que el albiazul va a ser un equipo difícil de doblegar.

Además, teniendo en cuenta que jugó casi todo el complemento con un hombre menos por la expulsión del debutante Dolci, la presentación de los de barrio Jardín en cancha de Tristán Suárez dejó muchas cosas para rescatar. La actuación de la defensa, la presión en todos los sectores de la cancha y el orden, principalmente, fueron sus grandes virtudes. Es verdad que le faltó más volumen de juego y ser más peligroso, pero así y todo, tuvo las mejores oportunidades del encuentro para llevarse los tres puntos.

Cuando el partido era aburrido y no pasaba nada, Almagro abrió el marcador. Luego de una serie de rebotes en el área, la pelota le quedó a Chávez y éste la cedió a Agotegaray, para que venciera a Brasca. Era injusto, ninguno de los dos equipos había hecho los méritos suficientes para estar arriba, pero Almagro, ante su primera oportunidad, no perdonó.

Sin embargo, Talleres no se desesperó. Consciente de que en algún momento iba a tener una chance para empatar, el albiazul comenzó a tener más la pelota y, poco a poco, se acercó al arco defendido por Tauber. Buffarini le ganaba en el duelo por la banda derecha a Agotegaray, Basualdo se hacía dueño del medio campo, Miralles complicaba con su habilidad y merodeaba el empate cordobés.

Así, con la tranquilidad y el control de la pelota como sus principales atributos, la «T» llegó a la igualdad. A la salida de un tiro libre, y luego de una pelota que no pudo dominar Miralles, Buffarini entró por el costado derecho del área y sacó un remate cruzado que pegó en el palo, y el «Tatita» Brown, en su intento por despejar el peligro, se llevó por delante el balón y lo mandó al fondo del arco. Las cosas estaban como al principio, y era justicia.

Para el segundo capítulo, Talleres salió dispuesto a pararse en campo contrario. Sin embargo, poco tiempo le duró el planteo ofensivo porque la tempranera expulsión de Dolci le complicó el panorama. Igualmente, y contra todos los pronósticos, los de barrio Jardín no se replegaron ni terminaron colgados del travesaño. Bien ordenados, con un Basualdo que presionaba y manejaba el medio campo, pero sobre todo con una buena actuación de la defensa, Talleres no sufrió sobresaltos y Brasca fue casi un espectador de lujo. Poco a poco se fue adelantado en el campo y, con pelotazos cruzados, comenzó a complicar al fondo de Almagro. Aunque para ese entonces, Cuevas estaba muy solo en el ataque y no tenía más remedio que apelar al sacrificio para conseguir algún tiro libre o un córner. Aún así, Talleres pudo llevarse la victoria porque la tuvo con dos cabezazos del debutante Torsiglieri, pero Tauber, con sendas intervenciones, no le permitió gritar el gol al joven zaguero.

En fin, Talleres obtuvo un punto importante y demostró que puede rendir mucho más. A priori, sólo le servía la victoria, pero dada las circunstancias del partido el empate terminó siendo un resultado valorable.