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Buffarini y Miralles (con Barrionuevo y Cuevas ampliando la foto) son la imagen de la decepción. Talleres nunca imaginó un arranque tan pobre. Los 15 mil hinchas que fueron al Chateau Carreras, menos.

Hugo Caric /
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Ante 15 mil personas, Talleres perdió con Platense en su debut. Lleva nueve meses sin ganar en el Chateau.

Aunque tanto cemento se haya empecinado en disimularlo, hubo más de 15 mil personas presenciando ayer el debut de Talleres en el Estadio Córdoba. Y todos eran locales (por disposición de la AFA, vale recordarlo), más allá de que 400 policías hayan sido dispuestos para custodiar a las dos fracciones enfrentadas de la barra albiazul.

¿Que el sur también existe? Sí, pero sólo para los hinchas de verdad, los que sufren y gozan con los vaivenes de su equipo, lejos de las internas, las prebendas y los negocios de ocasión. Ni "La Fiel" ni "Las Violetas" quisieron ir al habitual reducto belgranense y por eso compartieron la popular del autotrol. Por cierto, estuvieron divididos por ese "pulmón" insólito e incomprensible para desprevenidos y visitantes, que ayer fueron sólo los jugadores, el cuerpo técnico y un par de directivos de Platense.

Sin demasiada euforia y con bastante cautela, la gente le fue a tomar examen al nuevo Talleres. Los insultos, los silbidos y las recriminaciones, en el final, indicaron un "bochazo" masivo para jugadores, técnico y gerenciador.

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Iván Borghello guapeó bastante y logró anotar el 2-1. Estuvo bastante sólo.

Entre el escepticismo inicial y la decepción del epílogo, el humor de los parciales de la "T" fue pendulando al ritmo de lo que se iba viendo en la cancha. La primera sensación fue de impotencia, a los siete minutos, cuando el viento se llevó los reflejos de Dulcich y el Calamar se puso 1-0. De ahí en más, sólo algunas intervenciones de Julián Maidana y la embestida de los últimos cinco minutos le pusieron algo de entusiasmo a un acompañamiento tan gélido como la tarde.

No alcanzó, y con el 2-4 sellado la ligaron Carlos Granero y Salvador Capitano. El DT puso la cara ante el periodismo y dio sus argumentos. También pidió paciencia. El gerenciador, cuando caía la tarde, salió presuroso del Chateau acompañado por un entorno cada vez más acotado, y menos futbolero que aquel que lo acompañó en el desembarco de Ateliers. "Recién jugamos el primer partido", dijo. No dramatizó.

Los que se fueron cantando victoria fueron los responsables de la seguridad. "No hubo episodios de violencia entre las barras", apuntó Víctor Bustos, del club de barrio Jardín. El ex comisario reportó 13 detenciones en los accesos al mundialista, y un colectivo demorado, con 30 pasajeros, en Haedo y Duarte Quirós. Tal vez un consuelo.

Lo cierto es que ya son nueve meses sin ganar en el Chateau, y ese lastre pesa bastante en el ánimo albiazul. Aún falta mucho camino por desandar y cualquier valoración resulta apresurada. La única certeza es que, para Talleres, la tristeza aún no tiene fin.