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El equipo se retira derrotado.

Daniel Potenza /
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Desnudando sus falencias, a esta altura insolubles, Talleres perdió ante un San Martín de San Juan muy superior. Sigue pendiente del promedio y se viene una final ante los tucumanos.

Talleres volvió a la normalidad. Tanto como para creer que es mejor que juegue lejos de Córdoba. Lejos de su gente que ayer renovó sus muestras de amor por la camiseta poblando el Chateau con una multitud que cantó, apoyó y a falta de otros argumentos porque su equipo juega muy mal, terminó siendo el mejor jugador del elenco cordobés. Todo lo otro, el juego, la inteligencia, las situaciones y el libreto para ganar, lo puso el equipo de Quiróz. Por eso San Martín ganó bien. Sin discusión. Ratificando en 90 minutos, la diferencia en números que lo separa de Talleres en las tablas, especialmente en la general.

El partido siempre le perteneció al elenco cuyano, más allá de que Talleres pasó al frente después de soportar el agobio y las chances que el rival generó en el arco del pibe Requena y que no tradujo en goles por los palos y por la actuación del juvenil, a quien no le pesó para nada la responsabilidad.

Lo de Talleres fue un canto a la turbulencia, al descontrol y a un desbarajuste defensivo grave, insoluble a esta altura. Sólo tuvo para ofrecer la generosidad de Bufarini y algunas cositas de Quiroga en el otro andarivel.

El primer tiempo terminó siendo de Talleres casi como una consecuencia de la nula puntería de San Martín para definir. Con Roth incontenible cuando decidía arrancar por el medio y mucho más intratable cuando eligió la espalda de Bufarini para imponer su velocidad contra Gill. Con esto, más un Tonelotto siempre inquietante adentro del área, la visita creó tres chances claras. Con la pelota en el suelo, con Roth para acelerar y Herrera para manejar los tiempos, el equipo de «Teté» abolló el arco y en la única que no devolvió un poste, el arquerito albiazul tapó un mano a mano terrible ante un ingreso en velocidad de «Pantriste» Roth.

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El arquero Leandro Requena, de 19 años, debutó en el arco albiazul y cumplió pese a la derrota.
Talleres no lograba hacer pie y eligió siempre el pelotazo frontal y dividido para Ceballos, que se las ingenió en muchos casos para tenerla y tratar de asociarse a Garay o a la velocidad de los pibes que ocupaban las bandas. Así quedó planteado el juego. San Martín jugando como si fuera local y Talleres apostando sus fichas a un acierto arriba.

Sobre la media hora sucedió lo de siempre. San Martín se cansó de errar y en una contra que armó Ceballos, vino un centro para Quiroga que metió la diagonal, rebote en Monasterio y desde un ángulo cerrado, de chilena, el volante clavó un golazo fenomenal.

Con la ventaja, era imaginable que Talleres iba a calmarse y apelaría a su máxima inteligencia para aprovechar la contra, la vía que eligió desde el inicio, ahora con la zona más liberada para tratar de cerrar el partido. Pero nada de eso ocurrió. En el complemento reaparecieron todos sus miedos, para ejecutar un libreto inaceptable en su condición de local, de equipo necesitado. Ganando, se paró peligrosamente sobre la línea de su área mayor, cediendo la pelota, el terreno, los rebotes y todo lo que había en la cancha a San Martín que aún perdiendo, siguió sin volverse loco con el talento de Herrera, la figura de la cancha y un García puesto en función de enganche, un aciertos de Quiróz en las variantes.

Talleres fue el «deportivo aguante» y desnudó una vez más que su sistema defensivo es el peor de toda su historia. Se olvidó por completó de Monasterio por pararse a 70 metros del arco cuyano y pasada la media hora, Herrera metió un centro cruzado que García empujó cayéndose ante la atenta mirada de cuatro defensores. Y a tres minutos del cierre, este San Martín acostumbrado a luchar hasta el final, encontró lo que siempre buscó, a través del propio García que puso una asistencia bárbara para Tonelotto. Y el goleador clavó el segundo poniendo justicia.