El cuadro del final, el de la derrota, era el que todo Talleres se había jurado no repetir más; sobre todo, después de cortar esa racha de 19 partidos sin ganar.

Pero ahí estaban, otra vez, las caras de impotencia, las de la bronca y las del reclamo al juez Luis Bongianino por una falta en la jugada previa al 2-1 con el que venció San Martín de San Juan, al cierre de un juego que, unos minutos antes, iba perdiendo 0-1.

Pero la imagen del final no fue la que condenó a Talleres. El reclamo no alcanzó a tapar una actuación opaca y una derrota justa. El resultado desnudó al equipo que eligió sufrir el partido y premió al que consideró que era mejor jugarlo.

El equipo dirigido por Fernando Quiroz le mostró las uñas, con un Roth suelto y un Herrera habilidoso. Así le pegó cuatro tiros en los palos: Roth (dos; el segundo al travesaño), Torres y Tonelotto (también le dieron al larguero). Así creyó hasta el final.

¿Y Talleres? El gesto técnico de Quiroga y su chilena impensada, a los 34 minutos de juego, las corridas de Buffarini, el entusiasmo de Requena (una tapada a Roth) y "alguito" de la dupla Garay-Ceballos, condenados a cazar algún misil que venía desde el fondo. Así y todo, Talleres mantuvo el 1-0 por largo rato: nueve jugadores para defender, nadie para jugar. Pero pese a semejante disposición, Roth y Herrera siguieron recibiendo siempre libre de marcas. Mientras tanto, Requena veía como le abollaban el arco.

Estaba claro: el 1-0 no mutaba porque San Martín no la metía.

Sin embargo, la lectura decisiva llegó desde los bancos y con una siesta del fondo albiazul. Ingresó Matías García y armó una sociedad con Herrera. A los 31 minutos del complemento, el recién ingresado anotó el empate, luego de que Gill y Malagueño no pudieran evitar la asistencia de Herrera. Y a dos minutos del final, Tonelotto fusiló a Requena, sin marcas, y enmudeció al Chateau.