«La fe mueve montañas», reza una frase popular, y el gerenciador Carlos Granero fue testigo del cumplimiento de ese dicho. El fin de semana pasado, el titular de Ateliers viajó a Catamarca, debido a que es fiel seguidor de la Virgen del Valle de San Fernando.

El principal motivo de su visita fue por la promesa que mantenía, por salvar su vida milagrosamente en el accidente automovilístico que sufrió en el 2005, antes de asumir la concesión de Talleres.

Obviamente, entre otros deseos, en sus oraciones estuvo presente el club de barrio Jardín, a raíz del mal momento por el que atraviesa. Posteriormente, emprendió viaje hacia Rafaela para presenciar el encuentro con Villa Mitre, con el resultado conocido: primera victoria del año, una racha de siete meses que se cortó y una goleada con cinco tantos después de dos años. Con la fe, a Granero le fue mejor que al managger del club, Humberto Grondona, quien había deslizado contratar a una «bruja».