-
Diego Ceballos y Diego Garay festejan un gol clave, el cuarto de Talleres. Foto: LaVoz/Ramiro Pereyra/Enviado especial.

Hugo Caric /
[email protected]

Talleres goleó ayer en Rafaela a Villa Mitre por 5 a 3 y quebró la racha de 19 fechas sin victorias.

"No importa en qué cancha juguemos, yo a Talleres lo sigo adónde va/vamo’ Talleres/vamo’ a ganar/vamo’ Talleres, cada vez te quiero más". El canto de los hinchas albiazules, una vez consumado el 5-3 de la "T" ante Villa Mitre de Bahía Blanca, sonó como un desahogo en la fría tarde de ayer en Rafaela.

Los dos mil hinchas cordobeses que asistieron al estadio de Ben Hur, y que en un hecho sin precedentes habían recorrido 300 kilómetros para ver jugar "de local" al equipo de sus amores, casi no lo podían creer. Después de seis meses y tres días, volvían a cantar victoria. Aquella nefasta racha de 19 partidos sin festejos, la peor de la historia albiazul, quedaba definitivamente en el olvido. Y justo en el momento más oportuno, cuando las cuentas no cerraban y la permanencia en la B Nacional empezaba a correr serio riesgo. Un campeonato entero había durado la malaria. Por eso, y porque el triunfo lo sacó de la reválida y metió allí a Ben Hur (vaya paradoja, el equipo que le prestó el escenario para gambetear los obstáculos "oficiales", léase operativo policial y Rally), Talleres festejó como si fuera un título el 5-3 ante los bahienses.

El resultado, llamativo en estas épocas de vacas flacas, tiene una sola explicación: lo mal que jugaron las dos defensas. De todos modos, y más allá de la anécdota del marcador, quedó claro que Talleres fue mucho más que Villa Mitre, un equipo con destino indefectible de Torneo Argentino A. Si la "T" sufrió en Rafaela, fue pura y exclusivamente por su propia ambigüedad. Porque todo lo bueno que salía de los pies de Garay, muy bien acompañado por la frescura de Buffarini y Quiroga (dos pibes que se las traen) y por el oficio de Ceballos, tenía su contrapeso en una última línea llena de dudas (incluido el arquero Pozo) y una dupla de volantes marcadores que nunca logró sentar un predominio en la mitad de la cancha.

-
Diego Ceballos festejando su primer gol.

Aunque le dio un toque emotivo al partido, la seguidilla de goles de uno y otro, facilitada por numerosos errores defensivos, asemejó por momentos una competencia de fútbol amateur. En un contexto de necesidades mutuas, con una cancha en pésimo estado y con un árbitro impresentable, más no se podía pedir.

La gran noticia de la tarde fue el "regreso" de Garay, pidiendo todas las pelotas en tres cuartos de cancha, gambeteando para adelante y desequilibrando con su inteligencia. Por los pies del "10" pasaron los cinco goles de la "T", y no se quedaron atrás Buffarini (a veces le faltó serenarse), Quiroga (figura y autor de dos goles) y Ceballos (movilidad para generar espacios y doblete goleador). Villa Mitre lo intentó con Barrionuevo, pero nada más.

Al partido le sobraron muchos minutos, porque después del 4-2 de Ceballos (de penal, a los 7 minutos del complemento), los bahienses fueron apenas un manojo de impotencia. Talleres lo aguantó bien –con algunas licencias innecesarias que pudieron haberlo complicado–, marcó un gol más, el quinto, y recibió otro, el tercero; y finalmente celebró.

Por las calles de Rafaela, unos dos mil hinchas de Talleres emprendieron la retirada con los rostros emocionados, sintiendo en la piel ese cosquilleo de aquel que se reencuentra después de mucho tiempo con un viejo amor. "¿Viste que valió la pena venir hasta acá?".