Jorge Nahúm / [email protected]

Apenas un año atrás, por estas épocas Talleres se perfilaba para ser de Primera. Un par de temporadas atrás, en el Clausura 2004, se animó a pelear el título con Boca. Y años antes, en 2001, disputaba la Copa Libertadores. Y en el ’99 era el primer cordobés en disputar y ganar un torneo internacional, la Copa Conmebol. En cualquiera de esas situaciones, ni al más pesimista de los simpatizantes albiazules le habría pasado por la mente, ni en la más delirante pesadilla, que le tocaría hacer frente a un presente tan oscuro.

Pero no es necesario volver tan lejos en el tiempo. Un hincha de Talleres, tan leal como a esta altura resignado a sufrir, graficaba la curva descendente albiazul con un ejemplo bien a mano, por demás actual. Comentaba que si algún fanático de la «T» hubiera participado de «Gran Hermano», habría ingresado en la casa allá por enero, con la ilusión de un Talleres que quería volver a ser protagonista con los regresos de Ricardo Gareca y Diego Garay, los dos últimos grandes ídolos, y al salir de las cuatro paredes, del encierro, medio año después se toparía bruscamente con esta realidad.

Porque seguramente no podría creer que Talleres jugaría de local en Rafaela, último con un punto, sin ganar aunque sea un partido y peleando por no descender al Argentino A.

El atribulado hincha, tal vez volvería al encierro voluntariamente, al aislamiento, pasmado por semejante cuadro.

Coincidencia o no, hoy termina el ciclo de «Gran Hermano», con un candidato al triunfo que es cordobés, aunque en este caso sea seguidor de Belgrano. Por supuesto, también le resultará increíble ver al rival de siempre tan al borde del abismo.