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Los jugadores se retiran abatidos.

Fue otro día complicado para Talleres. Comenzó en Tribunales con la remoción de dos fiduciarios, siguió con la derrota 1-2 ante Almagro y finalizó con disturbios en los accesos a plateas del Chateau.

Fue un día malo para Talleres. Uno más, en el peor momento de su historia. Nadie los desea, pero ocurren. Y no nacieron ayer, sino algunos años antes, en épocas del ascenso del ‘98, de la Copa Conmebol ‘99, de las mejores campañas en Primera División, cuando no había otra política que la del resultado y todos convivían en el festejo cuando los socios (hoy adherentes) podían votar qué comisión dirigiría o podía ser apartada. Ahí se inició el camino del caos de hoy y el de los desmanejos que derivaron en la quiebra, lo que fue advertido por muy pocos en medio de aquellos festejos.

El lunes 23 de abril comenzó con malos augurios. En Tribunales, el juez Carlos Tale removió del cargo a dos fiduciarios por incumplimientos de sus funciones. Por la tarde, "el día" prosiguió en el Chateau con las limitaciones con las que Talleres echó a perder el debut de Salvador Capitano, el cuarto entrenador de la temporada 2006/07. Fue derrota 1-2.

La tarde también se sacudió con la guerra política entre la gerenciadora y los grupos opositores, con insultos para Carlos Granero y el derecho de admisión para los otros. Y por si fuera poco, varios barras ("protegidos" por un pulmón policial) decidieron tirar algunas piedras mientras se retiraban del Chateau, lo que motivó la represión policial y dejó un saldo de 30 detenidos y un uniformado con heridas leves.

Hay dos menos. "Oh, que se vayan todos/ Que no quede ni uno solo", fue el hit que más se cotizó ayer. Bueno, los primeros en irse serían los fiduciarios Jorge Nasser (abogado) y José Preve (contador), quienes junto con Mario Sarrá (idóneo deportivo) integraban el órgano de control que fue sorteado por el juez Carlos Tale el 29 de diciembre de 2004, un día después de la quiebra.

Es que, según el magistrado, evidenciaron una "actitud de abandono, inactividad y demora en sus deberes". Se pasaron los tiempos legales y la administración judicial aún no determinó quiénes fueron responsables de la quiebra del club y tampoco logró que los acreedores pudieran cobrar, dos de los ítems que le dan sentido a ley 25.284, la que salvó a Talleres de la desaparición.

Pero tampoco hubo control deportivo. Ayer, la gente cargó contra Granero por la formación de los planteles y se preguntó por los pergaminos del entrenador Salvador Capitano. ¿Quién fiscalizó la política de refuerzos del gerenciador? ¿Y qué criterio se utilizó más atrás, en la época en que el fideicomiso cogobernó con "los notables"? "¿Quién es Tauber?", supo preguntar un fiduciario cuando el arquero de Almagro podía venir a Talleres. Ahí era donde lo judicial y lo deportivo debían funcionar para, a su vez, generar recursos. Y no lo hicieron.

Los jugadores, ¿también? Las exclusiones no terminaron en Tribunales. En la cancha, el derecho de admisión se aplicó para Nicolás Martínez Dalke, de "La Causa", el grupo opositor a la decisión del juez Tale de concesionar el club a Granero (lo cuestiona por haber sido colaborador de la última comisión, la que presidía Carlos Dossetti), una lucha política en la que también militan "los notables" (uno de ellos, con participación decisiva en una de las comisiones más cuestionadas).

Y en lo futbolístico, tampoco hubo paz. Capitano sabía del desafío de conducir al peor equipo de la temporada. Se entusiasmó con el 1-0, pero se fue con bronca por cómo su equipo perdió el partido. "Algunos se tienen que ir", dijo el manager Humberto Grondona (DT albiazul en el ‘93; cuatro empates, tres derrotas) y calentó un ambiente que terminó de explotar cuando algunos barras manifestaron su descontento arrojando piedras a la playa interna.

Un juez cuestionado. Fiduciarios "fusibles". Un equipo que no levanta. Un fallo disciplinario amenazante. Las luchas políticas. Las de la barra. Y el promedio, "ahí", como un enemigo nuevo. Sólo queda rezar. ¿Alguien pensará en Talleres?