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El "Lute" cumplió pero el equipo no pudo.

Gustavo Veiga

Con un gol del japonés Kato, sobre el final del partido, Huracán le ganó 2-1 a Talleres y lo complicó más.

No es consuelo, ni mucho menos un aliciente. Ni siquiera permite ver una luz en el difícil horizonte de Talleres. Pero este equipo, con un técnico interino en la cancha, tuvo una actitud anímica diferente a la que venía mostrando hasta ahora.

La sufrida victoria de Huracán sobre Talleres por 2 a 1, anoche en Buenos Aires, no reflejó la diferencia que hay en la tabla de posiciones entre uno y otro equipo. Entre uno que no ganó nunca en el campeonato –Talleres– y otro –Huracán– que con este resultado se prende en la lucha por el título.

Aunque suene temerario afirmarlo con la derrota puesta, da la impresión de que el elenco de barrio Jardín sembró semillas para una posible mejoría.

Buscando lo positivo en un equipo al que los puntos se los tiene que detectar con lupa, anoche Talleres le jugó al Globo de igual a igual. Pero la realidad demuestra que Huracán ganó e hizo los dos goles con los que justificó su ajustado triunfo.

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Talleres sigue sin levantar cabeza. Perdió 1-2 ante Huracán, sigue último en el Torneo Clausura y en la tabla general, y pierde terreno en la tabla de los promedios. Foto: Fotobaires.

Ambos llegaron de centros y rebotes, que le quedaron a un delantero para definir. El primero de Guerra, de zurda, y el segundo del japonés Kato.

La caída final. Talleres, que había convertido un gol de rebote, tras un tiro libre de Píriz Alvez, que pegó en la barrera y le quedó a Nicolás Medina para marcar, no pudo sostener esa ventaja que había logrado con mucho esfuerzo.

Y Huracán, que no tuvo una buena noche y arrancó el partido cuestionado por su gente, terminó golpeando en los momentos justos, en los pocos pasajes que Talleres le permitió jugar.

En el equipo albiazul se destacaron el pibe Buffarini, que tiene mucha ida y vuelta, manejo y contracción a la marca. También sobresalieron Giménez y Ramiro Pereyra, en el medio campo, el sector donde la visita, con inteligencia, trazó sus dibujos más interesantes.

Pero parece que por esas cuestiones de las rachas, que parecen no poder cambiar cuando vienen cambiadas, Talleres volvió a quedarse sin nada. Como si fuera una fatalidad. Y esta vez, sin dudas, sin merecerlo.

El final fue una prueba elocuente, porque el elenco albiazul tuvo contra las cuerdas a su rival y no pudo empatar.