Opinión


Germán Negro /
[email protected]

Ya es una constante para el tiempo de tempestades en esta versión gerenciada de Talleres: se recurre a un pasado que se cree más saludable –pese a que no siempre fue así–, a hombres que en su momento tuvieron una primavera en el club y que, por ello, deberían pisar con algo de aguante tribunero a cuenta de un posible traspié.

En ese retroceso constante se encuentra inmerso Ateliers. Apunta a una suerte de exhumación de quienes ya conocen un paño que asoma cada día más complejo. Y esa permanente recurrencia a un tiempo que ya fue, no hace más que demostrar que se perdió el camino del presente y del futuro

Ayer llegaron Diego Garay y Ricardo Gareca, para mañana asoman Juan José López (como eventual DT) y Humberto Grondona. Al hijo de Don Julio le apuntaron para el cargo de manager, pero es imposible no pensar en que se está intentando tirar un puente de oro hacia la AFA. Semejante contacto puede generar amnesia sobre el tranco errático que tuvo la gestión de “Humbertito” como DT de Talleres en la temporada 1992/93.

Sobre Gareca y Garay se cargó el peso de una campaña que desanda, hoy, el peor fracaso deportivo en la historia de Talleres. Tal vez se idealizó demasiado sobre un DT que había sacado un punto sobre 27 posibles en el paso que tuvo durante el 2001. Ahí había avisado que no es un mago del vestuario, más allá del respeto de los hinchas.

El volante, por su lado, no hace otra cosa que ratificar los altibajos que tenía en la segunda división del fútbol mejicano.

¿Habrá tiempo para seguir insistiendo con lo que fue? O habrá llegado el momento de generar alguna idea para lo que vendrá.