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Talleres perdió y Garececa se fue.

Daniel Potenza /
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Talleres sigue cuesta abajo. Perdió con Atlético Rafaela, renunció Gareca, hubo incidentes y la situación es límite. Para colmo, un imbécil tiró una piedra que golpeó a un juez de línea, cuando el partido ya estaba suspendido.

Todo lo que Talleres puso a nivel de tribuna no pudo ser correspondido adentro de la cancha. Una vez más. Como ya ocurrió varias veces en este torneo que quedará en la historia como el peor de la «T» en el ascenso. Fue como una exposición en la que sobresale, nítidamente, un gran marco sin cuadro. Por eso el elenco de Gareca continúa hundido en la profundidad de la tabla y por eso, aunque en esta oportunidad no jugó como para perder, los errores se pagan muy caro, los miedos se potencian, el infortunio se agiganta y los rivales, como en este caso Rafaela, se terminan llevando mucho más de lo que produjeron.

Así el equipo de «Vitrola» Ghiso, que jugó poquito y no logró establecer en todo el partido esa distancia enorme que hay entre un puntero y el último, ganó 1 a 0 por aquello de las equivalencias. Tuvo un gran delantero, Becerra, quien no falló cuando el partido le dio la chance de hacer la diferencia. Y está bien. Por una cuestión de repertorio, de intérpretes y especialmente de situaciones claras de gol.

En medio de su llamativa precariedad, Talleres se las ingenió para plantear, sobre todo en el primer tiempo, un partido de igual a igual. Logrando disimular el tenor de las campañas que uno y otro viene haciendo, con mucho tesón, corriendo cada pelota hasta el final y tratando de poner el trámite cerca de Barovero. En realidad lo logró y ese fue su mérito más allá de que Rafaela, por defección propia y por las ganas de Talleres, nunca demostró su capacidad para juntarse y jugar.

Talleres armó un partido equilibrado con el esfuerzo de Quiroga sobre las espaldas de Toranzo y la movilidad de Garay (jugó un muy buen partido) detrás de Toledo y Faurlín, sostenidos desde el fondo con la solidez de Malagueño (en su mejor tarde del torneo hasta que se lesionó). El elenco albiazul no aspiró a más porque Píriz Alves jugó horrible, Ceballos está a contramano del arco y el mismo Quiroga empañó su actuación terminando mal todo lo que empezó bien.

En el balance del primer tiempo quedaron un testazo de Villalba y otro de Faurlín que se fueron muy cerca del arco de Dulcich y un par de centros cruzados que nadie en Talleres pudo hilvanar en las narices de Barovero.

En el complemento, Gareca dejó en el vestuario por lesión a uno de sus mejores soldados, Malagueño y sin él, la endeblez defensiva albiazul fue casi absoluta. Entró Compagnucci, quien carece de toda seguridad, y Talleres ingresó en un desconcierto que le hizo perder la actitud que había tenido en la primera mitad y que le había permitido tener a Rafaela lejos de su arquero. Entonces, sin solvencia atrás, con Píriz Alves que se siguió equivocando, con Ceballos sin encontrar el arco y con Garay cansado, Talleres quedó a merced de un adversario que contó con todo el parcial para dar a luz a un solo acierto. Por las suyas, ya que tenía con qué, o esperando un error de un rival herido, maltrecho y desesperado. Dentro y fuera de la cancha.

En el desarrollo del segundo tiempo, la distancia sobre el rendimiento colectivo de un aspirante a campeón y uno que todavía no ganó, se notaron más. Sobre la media hora, ese momento (el del acierto-error) llegó y sucedieron las dos cosas: Bongioanni, abúlico y descomprometido, regaló un tiro libre a favor en el borde del área santafesina, rechazó Aveldaño (gran figura), le cayó a Bieler marcado por TRES jugadores albiazules, la cambió para Becerra a la derecha, el delantero hasta se tomó el tiempo para mirar al línea para confirmar si estaba habilitado, enfrentó a Dulcich y la clavó al medio y arriba. Como una puñalada en el corazón albiazul. Ese era el acierto que Rafaela necesitaba para ganar y el error que a Talleres le iba a costar otro gran dolor de cabeza.

Después llegó lo de siempre. Insultos. Descontrol y la agresión con ese proyectil que impactó en un línea, para complicar todavía más todo. Perdió Talleres. Otra vez no tuvo respuestas futbolísticas a pesar del esfuerzo de la primera mitad. Su realidad es cada vez más sombría y quedó a merced del Tribunal para saber si perdió sólo tres puntos.