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Albornos ya no jugará más y ahora quiere ser director técnico. Foto: LaVoz / Sebastián Salguero.
Hugo García / [email protected]

Con sólo 29 años, “la Chanchita” anunció su retiro. Los múltiples problemas en sus rodillas le impedían ser feliz en la cancha.

Varios hinchas de Talleres reconocían el sábado la figura de Daniel Alberto Albornos en un pasillo del Estadio Córdoba y añoraban su vuelta ante la nueva desilusión generada por la derrota en el clásico ante Instituto. "¡Chanchaaaaa! Vos sí que la sentías. ¿Cuándo volvés?", le gritaban.

Y se lo decían justo a él, que era el más interesado en volver al club que lo vio nacer, que lo lanzó al estrellato y en el que quería retirarse. Al final, esa etapa quedará pendiente porque Albornos decidió colgar los botines, con sólo 29 años y algunos sueños truncos.

"Ya no voy a jugar más a nivel profesional. Las lesiones en las rodillas me cansaron. No quiero renegar más. Si el jugador no está bien entrenado no puede llegar a jugar bien. No lo podía hacer", se sinceró ayer el ex volante de Talleres, Argentinos, Gimnasia (J), Racing de Nueva Italia y Sportivo Belgrano.

-Da la impresión que te quedaban cosas por cumplir...
-Tengo 29 años y es como que todavía no le he asumido, porque me gusta mucho el fútbol. Yo soñaba con una vuelta y poder retirarme en Talleres. Hace unos días estuve con Ricardo Gareca y no podía creer que ya no fuera a jugar más. Pero él sabe mejor que nadie de los problemas que tuve. Fui un jugador muy golpeado. A lo mejor pienso que si me hubieran vendido a River, en mi mejor momento, quizá las cosas podrían haber sido distintas.

-¿Qué te indicó que tenías que replantear tu situación?
-Me alegré con el ascenso de Racing a la B Nacional. Estaba bien, tenía un buen nivel. No era igual al que tenía en Talleres, pero parecido. Vino otra operación en la rodilla y eso me bajoneó. Encima descendimos al perder la promoción con Aldosivi. Me quedé porque no conseguí equipo en la B Nacional. Pero jugué mal. Ya no me divertía. No era feliz y no me sentía importante. Pasé a Sportivo Belgrano y ahí terminé de darme cuenta de que esa adrenalina ya no la tenía. No podía divertirme y los problemas en las rodillas eran más constantes. No podía entrenar seguido, algo fundamental.

Un crack en envase chico. Efectivamente, "la Chancha" ya no era feliz como en Villa El Libertador, en cuyos potreros se forjaron varios fenómenos, aquellos que como tales desafiaban las leyes naturales. Albornos era uno de ellos. Pese a su 1,58 metro y a sus 61 kilos ("Ahora tengo tres más", ironiza), se las arreglaba para recibir la pelota y, entre amaques y amagues, siempre pasaba escapándole a las patadas y manotazos que buscaban frenar tanto desparpajo.

Lo reclutó Talleres, logró debutar, gozó con el ascenso del ‘98 y la Conmebol ‘99, lo quiso River e Independiente, tuvo un paso fugaz por el seleccionado juvenil de Néstor Pekerman.

Y cuando mejor estaba sufrió un doping positivo de nandrolona (es un anabólico utilizado para favorecer el crecimiento de la musculatura), lo que coincidentemente marcó un declive en su campaña. "Para mí fue una circunstancia", ratifica hoy después de tantos años.

Después, los golpes lo empezaron a alcanzar y sus rodillas lo sintieron. Dos operaciones le marcaron el rumbo y los condicionamientos le quitaron esa felicidad. Talleres lo prestó, fue a Argentinos, Gimnasia (J) y terminó jugando en Sportivo Belgrano.

Va como DT.

-¿Y qué vas a hacer?
-Hoy (por ayer) empiezo el curso de técnico. Espero poder destacarme. Asumiré otra etapa en mi vida. Tengo una familia. Voy a disfrutar de mi matrimonio y de mis hijos. Ya no es una vida tan loca, como antes. Quiero tener la posibilidad de dirigir algo.

-Estuviste en el clásico con Instituto. ¿Cuál es tu opinión de la realidad albiazul?
-Sufro cuando voy a la cancha porque Talleres juega muy mal. Pero voy igual.

-¿Soñás con dirigir a Talleres?
-Estoy identificado. Pero mi sueño de poder retirarme en Talleres, no lo pude cumplir. A lo mejor se me da el día de mañana de poder dirigir al club. Veremos qué pasa.