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Cuando el partido terminó, los jugadores de Talleres se reunieron en el centro del campo y escucharon la arenga de Pozo. Se sentían satisfechos. Foto: LaVoz / Sergio Cejas.

Eduardo Eschoyez / [email protected]

El empate dejó un sabor agridulce: Talleres mejoró, pero objetivamente sigue último y sin ganar.

Fastidio, aplausos, gestos de reconocimiento, algún insulto, silencios piadosos... La mezcla de sensaciones que acompañó la retirada de Talleres, tras el empate 1-1 contra Tiro Federal dejó en claro que el punto / puntito, no fue de digestión sencilla.

Repasemos las causa. ¿Cómo se llegó a la instancia de la evaluación? Como local y ante un rival que no es de los más calificados de la divisional, Talleres estuvo abajo en el marcador y lo emparejó con una aparición goleadora de un irregular Diego Garay. Es decir, al minuto noventa y pico, cuando el partido terminó, el ánimo fue y vino por diferentes climas y temperaturas que tienen que ver con los merecimientos, con el nivel de juego y con la expectativa de ascender maltratada con cada partido.

Si fuera posible hablar del cotejo sin detenernos en el resultado, tal vez haya una coincidencia con los futbolistas: Talleres jugó mejor que en otras oportunidades. Tuvo algunos pasajes para entusiasmar(se), lo que permitió creer, a partir de su recuperada sensibilidad con la pelota, que podía aspirar a un objetivo más elevado que aplaudir saques laterales y córners.

Desde esa perspectiva, el punto es escaso porque no reflejó que Talleres quiso parecerse a un equipo y pudo ganarle a Tiro. La gente (dividida en tres grupos: La Fiel, Las Violetas y los hinchas de la "T") la tuvo clara: un triunfo hubiera estado mejor, pero entre tanto fútbol en blanco y negro, un cachito de color insinuado en los primeros minutos alcanzó como consuelo. El empate valió como testimonio del paso adelante en el juego.

La otra lectura es la que no puede soslayarse: ni el más optimista puede ignorar la contundencia de los números. Talleres sigue último, sin victoria alguna en el Clausura y con una racha de 12 partidos sin sumar de a tres.

Por eso, en el final, en la tribuna pintaron todas las caras todas. Esa fue la mejor editorial.