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Talleres sigue sin cazar un triunfo, pese a los intentos del colombiano Villarreal y de Garay.

Daniel Potenza / [email protected]

La tendencia negativa de Talleres parece no tener final. Y su realidad sufrida, apretada, efervescente por donde se la mire, se reitera casi como una maldición. Inexorablemente. Tres puntos sobre 21 jugados, sacados en el Chateau y ante rivales de escasísimo relieve como este Tiro Federal, con el que igualó 1 a 1, hablan a las claras de que no se trata sólo de un mal arranque del torneo, sino que a esta altura constituye un problema serio. Doloroso. Preocupante.

Otra vez el elenco de Gareca no pudo, no supo, no tuvo con qué sobrepasar el escollo de un rival mínimo, con idénticas desgracias pero con mucho menos historia y por ende con un nivel de estrés mucho más llevadero.

Talleres empató 1 a 1 con Tiro Federal, que por poco se lleva todo. Y no por méritos propios, sino por las deficiencias que la «T» aún exhibe en todas sus líneas. El partido no fue bueno ni cosa que se le parezca aunque válido es destacar que todo el gasto en el intento y en la vocación por salir de pobre, corrió por cuenta del elenco cordobés al que otra vez le faltaron ideas, juego, confianza y jerarquía para acompañar esa ambición por cambiarle el rumbo a un presente nefasto.

No resulta novedoso apuntar que Gareca está desorientado y que no encuentra el equipo después de haber probado 30 jugadores, todos los sistemas y dar vuelta la formación inicial fecha tras fecha, hecho que en esta oportunidad no fue la excepción. Y tampoco le salió. Es más. Dilapidó un tiempo y pico sin tener una referencia en el juego con Garay jugando casi de delantero, aislado y viendo cómo la pelota le quedaba siempre arriba a disposición de Bressán o del grandote Paparatto; ni tampoco contó con una referencia en el área con Ceballos en el banco.

De ahí que el partido mostrara a un equipo con muchas ganas, con enjundia de sobra en la actitud de Bufarini, de Quiroga y en la necesidad de mostrarse prolijo de Nico Medina, pero pasado de vueltas, nervioso, acelerado para jugar a un toque y progresar con la pelota bien tratada hacia el territorio del arquero Cárdenas. Todo lo contrario. Talleres se hizo cargo de trámite en lo posicional pero a la hora de pensar para avanzar eligió el pelotazo dividido para Garay o Villarreal, sin que ninguno tenga la talla o la vocación para jugar de espaldas al arco, aguantar el balón o ir a buscar adentro, con los defensores colgados de los hombros y respirándoles en la nuca.

Enfrente estaba Tiro y su pobreza extrema y por ende, su intención de no cometer errores, sin arriesgar demasiado y librando su suerte a alguna contra o a lo que pudiera inventar detrás de Medina, ese buen jugador que es Rodas. El parcial inicial dejó un par de situaciones netas en cada arco: Garay, solo, cabeceó al bulto un centro perfecto de Bufarini, y Mannara en un buen intento personal arrancó por derecha, enganchó para adentró y exigió a Cárdenas. A su vez, un cabezazo de Paparatto elevado y una de Penta, quien la tiró arriba delante de Pozo, fueron las del elenco rosarino.

En el complemento, Dalcio Giovagnolli, para sorpresa de todos sacó a Rodas (su jugador pensante) para poner a Formento, y dejó a Tiro a expensas de lo que pudiera hacer Crosse, detrás del pibe Quiroga por el costado derecho. Pero Talleres y sus crónicos y exasperantes problemas de funcionamiento defensivo pudieran facilitarle las cosas, en algún momento del partido. Y así ocurrió. A los 13´ Penta se fue por la izquierda, tiró un centro sin demasiado peligro, Malagueño le dio un tacazo que le salió hacia la derecha y allí Crosse recibió el regalo y la clavó con un derechazo espectacular. La misma película de siempre en este torneo para Talleres. Cualquiera que llegue al Chateau se termina convirtiendo en un rival complicado, que se aprovecha de este pobre presente albiazul. Pero el elenco de Gareca reaccionó con las ganas y la generosidad de Bufarini, las corridas de Quiroga, los intentos una y otra vez de Garay y los chispazos del colombiano Villarreal, quien nunca le tuvo miedo a la pelota. A los 23´ Talleres empató con una media vuelta de Garay para poner las cosas en su lugar y establecer en el marcador, la cuota de justicia.

Claro, como era de esperar, Gareca iba a poner otro delantero (Ceballos) cuando el resultado le diera la espalda pero con este ya en cancha, la turbulencia albiazul a la hora de buscar y buscar era tan notoria, repetida en centros defectuosos, que al otrora goleador no le quedó ninguna para hacer la diferencia. Las pocas que tuvo Talleres fueron creadas por Garay, convirtiendo al arquero Cárdenas en uno de los mejores de la tarde.

Empató Talleres. Dejó a salvo su dignidad, su entrega y su vocación por cambiar la realidad. Pero su deuda futbolística, es cada vez más grande.