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Gareca debe afrontar una situación límite con el club que más ganó.

Jorge Nahúm / [email protected]

El “Tigre” atraviesa uno de sus peores momentos en Talleres, pero no es el primero. Cómo reaccionó en las oportunidades anteriores y qué puede hacer.

Talleres acababa de perder en forma aplastante la final por el ascenso con Huracán de Corrientes, y en medio del desolador panorama en barrio Jardín, Ricardo Gareca asumió en su primer ciclo con entrenador albiazul. Corría el año de 1996.

Más de una década después, el «Tigre» transita por tiempos amargos y no son los primeros que afronta en Talleres, más allá de que la cantidad y calidad de sus logros como DT albiazul tapan los reveses que le tocó afrontar.

En ese sentido, vale la pena un repaso de cómo reaccionó Gareca en la mala durante procesos anteriores, para vislumbrar también qué postura puede adoptar si persiste la racha negativa.

Apenas llegado, Gareca capeó un temporal que lo deja sin trabajo, porque en medio de la etapa clasificatoria del por entonces Nacional B, perdió de manera consecutiva los clásicos con Belgrano (2-0) e Instituto (1-0).

El descontento del público contra un técnico casi novato (sólo había dirigido a San Martín de Tucumán), por poco lo saca del cargo. Lo salvó el repunte del equipo, que de inmediato le ganó a Atlético en Tucumán, reacomodó las cargas y se tomó revancha absoluta: goleó a Belgrano 5 a 0, quebrando una paternidad de cerca de 15 años, y acto seguido dio cuenta de Instituto.

De la mano del «Tigre», Talleres peleó palmo a palmo el ascenso directo en 1997 con Argentinos Juniors. Pero no sólo no lo consiguió, si no que además dejó Córdoba porque había arreglado con Independiente, su último club como jugador. Nadie se lo reprochó demasiado... ya se había instalado el idilio.

Idolo de Primera. Cuando se fue Gareca, en su lugar asumió Humberto Zucarelli, y con él Talleres perdió la final del ascenso con Gimnasia y Tiro de Salta. Zucarelli inició el siguiente torneo, pero como el equipo no respondía, volvió el «Tigre», para lograr el regreso a Primera División, a bordo de la inolvidable definición contra Belgrano, en 1998. En esa final, el técnico reconoció que la tensión lo quebró en llanto por el triunfo vía penales, luego de que el partido se le complicara por cierta suficiencia (había reemplazado a Zelaya, a Garay...).

Su primer año en el fútbol grande fue el de la maduración, de él como técnico y de un Talleres en el que asomaban juveniles como promesas: Albornós, Pino, Astudillo... Debió remar hasta las últimas fechas para conservar la categoría, aunque su continuidad ya no peligraría, respaldado por el nuevo presidente albiazul, Carlos Dossetti, quien siempre lo tuvo como favorito. Así, el rubio ex delantero alcanzó el punto más alto al obtener la Copa Conmebol en 1999 (ver aparte). En julio de 2000, luego de 30 meses conduciendo al plantel, dio un paso al costado porque «perdimos el apoyo de la dirigencia», según explicó. Una semana después, ocupaba su lugar Juan José López.

Terminaba el mejor ciclo del «Tigre», porque en el tercero y en lo que lleva del cuarto, ya nada sería igual.

Qué lo banca

• Con un inolvidable 5 a 0 en 1996, hizo añicos la paternidad de Belgrano. Allí nació el romance con los albiazules.
• Ascendió a Primera en 1998, al vencer a los celestes en la final por penales.
• Obtuvo la Copa Conmebol en diciembre de 1999, único título internacional obtenido por un equipo cordobés.
• En 10 años dirigió en cuatro ciclos a Talleres, el segundo extendido por 30 meses. Terminó quinto en el Clausura 2000.
• Nunca le inició juicio al club, pese a una abultada deuda cercana al millón de pesos.

Por qué puede irse

• Todavía no ganó en el Clausura y marcha último solo, con apenas dos puntos.
• Volvió para pelear arriba, pero el líder Chacarita ya le sacó 14 puntos de ventaja. El título del Clausura quedó lejos.
• En la Tabla General, que habilita por otro ascenso, aparece con 21 puntos, a 18 de Unión, que hoy es el último clasificado.
• Se lo ve desconcertado. En seis fechas ya utilizó 25 jugadores, nunca repitió formación y siempre cambió de esquema.
• En su círculo íntimo admiten que tal vez se equivocó en tomar el equipo a mitad de temporada. No le encuentra la vuelta.

La última Copa, trago amargo

En su anterior paso por Talleres, Ricardo Gareca afrontó al mismo tiempo la Copa Mercosur y el Apertura 2002. En el torneo internacional no le fue mal, con triunfo sobre Vélez y sendos empates ante el San Pablo. Sin embargo, en el certamen doméstico la campaña fue espantosa, con una racha de derrotas consecutivas que lo sumergieron en el último puesto, al conseguir un punto de 21 en juego.

«No me gusta ir último, pero estamos en dos frentes y si Talleres desciende, me quedo y lo asciendo de nuevo», afirmó Gareca en medio de la debacle. Más allá de sus convicciones, el «Tigre» debió irse y esa pésima campaña se tradujo en el flaco promedio que terminó por condenar a Talleres en 2004.