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Migliardi, en una destacada acción, se queda con la pelota ante la llegada de Ceballos. Talleres es intrascendente.

Daniel Potenza / [email protected]

Resucitó a Ferro que ganó por primera vez en el torneo y volvió a decepcionar a su gente. .

Talleres no tuvo argumentos de juego para superar las limitaciones de un pobre Ferro. Todo lo contrario. Apenas si contó con algunas morisquetas a cargo del colombiano Villarreal que concluyeron en las manos de Migliardi y que sirvieron para elevar un poquito el voltaje de su gente que obviamente esperaba más. Muchísimo más de un equipo que arrancó el torneo con el pie izquierdo y que por todo concepto, exhibe hoy en la tabla, solamente un puntito de los nueve que jugó.

Talleres no tuvo con qué revertir el destino de un partido que Ferro hizo suyo con la simpleza de no desordenarse nunca y por el camino más seguro. Ese que Talleres no supo recorrer y que lo priva de una realidad más halagüeña y que sí transitó el equipo del «Mago» Garré hasta llegar a la victoria por 1 a 0. Apretada, luchada y necesaria. Para algunos exagerada por lo que atajó Migliardi. Para otros lógica en función del potencial que Talleres tiene y aún no logra demostrar.

Entonces, la escasa jerarquía de un Ferro diezmado (sin Fazio ni Monje) y herido por las dos derrotas del inicio del torneo, acentúa, profundiza, agrava la preocupación de un Talleres que todavía no aparece y que ha resignado ocho puntos con tres equipos que están para pelear el descenso.

El partido nunca le perteneció al elenco de Gareca por la sencilla razón de que jamás tuvo la iniciativa, a pesar de los intentos del primer tiempo de cuidar el balón, de tratar de organizarce y de encontrar a Garay para pensar en Migliardi. Pero Garré le achicó el recorrido al «10» albiazul con Catalán cerca, a veces con De la Canal lo que sumado a los problemas físicos del armador, lo privó de ese circuito que todos creen, Talleres puede armar de mitad de cancha hacia arriba. Entonces la pelota le quedó casi siempre a Dragojevich que exasperó por su lentitud y ayer estuvo impreciso y dividió mucho el balón.

Ferro, con un trabajo impecable de Carabajal en el medio, bien asistido por Kmet, a veces por Pino, sólo se limitó a no distraerse y cuando pudo, lo atacó a Talleres por el mismo lugar que van a elegir todos sus rivales mientras siga jugando Trullet: es decir por el costado derecho de su defensa. Por ahí avisó Akerman a los 20' pasando como un tren y definiendo mal y por ahí vino el penal que se hicieron entre Malagueño y Compagnucci y que el propio Akerman como premio a su avivada, transformó en gol. Ferro así, «gastando» menos la pelota, cerró el parcial arriba en el marcador después de que Talleres, con algunos chispazos encendidos por Villarreal, hiciera revolcar a Migliardi con una de chilena y otra con un cabezazo frontal.

En el arranque del segundo tiempo, Malagueño lo camiseteó a Akerman. Pareció penal pero Raffa que estaba muy lejos lo ignoró. Talleres se fue encima con muchas ganas pero poquitas ideas. Garay ratificaría que no está bien para jugar y Gareca se demoró mucho para poner al pibe Pastore, además de sacar innecesariamente a Pereyra.

Ferro activó la contra y pudo estirar las cifras y Talleres que entró en la desesperación y en un desconcierto general llamativo y preocupante. A Ferro no le hacía falta más para quedarse con un partido por el que batalló sin fisuras. A Talleres no le alcanzó ni ahí, con la tibieza de su fútbol inconsistente, discontinuo y hasta ahora sin protagonismo.