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Carabajal junto con Catalán, armó un embudo en el medio campo del que no pudo escapar ni Diego Garay.

Talleres está en el fondo. Su ubicación en la tabla de posiciones dice que todavía no, pero en cuerpo y alma hoy asume que es así.

Seguro que ayer quedó flotando la idea en la cabeza de los gerenciadores, de los jugadores, del DT y de los hinchas, de que Ferro le ganó con poco a Talleres. Igual que ante Ben Hur (0-2) y Defensa y Justicia (1-1). Es difícil de entender y más aún de digerir. Pero lo que le duele de verdad a Talleres es que ha sido menos que sus rivales de turno. ¿Qué pasará el jueves, cuando visite a Chacarita?

Los dirigidos por Gareca ni siquiera han podido aprenderse el libreto más elemental, que es tratar de no regalar goles y de aprovechar las ventajas que aún le dan rivales como Ferro, o los anteriores, a los que aún les inspira respeto enfrentar a la camiseta albiazul. A ese plus lo tiene desde el inicio, pero ni siquiera lo sabe aprovechar.

Ayer, Talleres y Ferro dispusieron casi de las mismas llegadas y ambos hicieron varias concesiones. El elenco de Caballito fue el que lo aprovechó mejor.

Las corridas de Akerman y Castilla abrieron espacios propicios para pensar en la utopía de ganar, pero la ventaja decisiva la logró con un regalo del debutante Compagnucci, quien le cometió el penal al ex Deportivo Morón (ver "Un penal polémico") y que tras una ejecución polémica, determinó la diferencia decisiva. Después, sostuvo el triunfo con un embudo formado por Carbajal y Catalán y en el que cayeron Garay y Pereyra, los creativos del local. Y al final casi amplia con un remate de Magneti que dio en un palo.

Un equipo sin referencias. Talleres también dispuso de sus chances, con el colombiano Oscar Villarreal como protagonista, pero ambas fueron conjuradas por el arquero Migliardi. Ferro dejó libre un callejón para que Lautaro Trullet escalara. ¿Qué hizo la "T"? El lateral se mostró siempre, pero pocas veces se la dieron. La mayoría de los intentos fueron frontales y poco fructíferos, ya que no hubo referencias creativas ni de área, más allá del moreno Villarreal.

El trámite del juego amagó con cambiar, cuando "el Tigre" dispuso el ingreso de Javier Pastore. El pibe de 17 años arrancó como volante izquierdo y en las poquitas pelotas que le dieron apeló al recurso de la gambeta. El juvenil abrió algunos espacios, es cierto, pero sucumbió porque no tuvo socios.

Ya pasaron tres fechas y Talleres está en el piso, cuando la expectativa de Gareca era levantar el techo del equipo. Ahora, al DT albiazul, ya le debe estar dando vuelta la idea de ponerse un plazo, si esto sigue así.