“El Daniel” recordó a su compadre “Cacho”, quien se fue de gira hace un tiempo y hasta recibió el llamado de Fassi. Ambos surgieron del club, se convirtieron en glorias y, luego, dirigieron en el semillero y al primer equipo.

Hoy es un día Talleres. Es un día de cumpleaños, pero muy particular. Es el día que nacieron Daniel Alberto “el Loco” Willington y Humberto Pablo Taborda, compadres y glorias albiazules. Pero grosos en serio, por eso en cada mención va el nombre completo. Se festeja acá y allá; los 79 del “Loco”, porque “Cacho” partió en 2008, a la edad de 65 años.

“Somos de la familia de Talleres. Literalmente. He recibido el llamado de mucha gente y he podido juntarme con algunos amigos. Extraño a ‘Cacho’, a mi viejo ‘el Toro’ y a mi hermano. Qué se yo. Hasta Fassi me llamó. Empezó a trabajar conmigo como preparador físico. Me gusta como juega el equipo”, recordó Daniel, hermano de Belkis Mabel, hoy viuda de Taborda.

Willington jugó 168 partidos, 66 goles, 17 títulos, y es uno de los máximos ídolos de la historia albiazul y también de Vélez Sársfield. Después de una brevísima incursión por el club Avellaneda, Willington debutó en Talleres el 7 de junio de 1959 frente a Huracán, por la novena fecha del Preparación de la Liga Cordobesa. En la “T” jugó hasta 1962, cuando se lo llevó Vélez, pero tras jugar en Instituto retomó en 1973 para actuar hasta 1978. Con la casaca albiazul disputó 168 partidos oficiales y anotó 66 goles (uno más que en Vélez, donde metió 65). Como técnico dirigió a Talleres en 1982, 1983, 1990 y 1994, cuando logró el ascenso a Primera tras superar a Instituto al cabo de dos finales. Luego tuvo otra etapa en 2005 donde se fue estando primero en la B Nacional.

“El Loco” recibió a unos amigos en su casa, después de mucho tiempo, comió empanadas y atendió al programa “El diario Late”, el envío partidario de Radio Impacto que conducen José María Herrero y Jaime Drugger.

“Cacho” fue wing, llegó de Oncativo y debutó a los 16 años en Talleres. Luego partió a Boca, pasó por Dálmine, Temperley, Racing de Nueva Italia y regresó a la “T” en 1970, para completar seis temporadas más. Su último partido fue ante Instituto (0-0) el 7 de septiembre de 1975, ingresando en reemplazo de Daniel. En total, Taborda disputó con Talleres 236 partidos oficiales, en los que convirtió 54 goles. Ya retirado, fue cinco veces director técnico de los albiazules y alcanzó a dirigir a su hijo Pablo César. Allí estuvo a cargo de los equipos superiores en 1975, 1981, 1986, 1995 y 1996.

En la escena pública enseñaron todo, en la personal eran verdaderos maestros. Va este extracto de una mesa de café que se extraña mucho en la Boutique.

01/09/1942 | Misma fecha de nacimiento para 2 glorias de #Talleres, el gran Daniel Willington y Humberto Taborda que ya no está con nosotros pic.twitter.com/iyz58f04OE

“....En la entraña de la Boutique, te encontrabas con la historia. Y las charlas de fútbol, eran increíbles. Quedarse ahí solamente para escuchar no tenía precio. Esa mesa de los 90, era riquísima, en todo sentido.

Humberto “Cacho” Taborda, un señor volante y DT, tiraba los café junto con sus hijo Pablo y el yerno Sandro. En la mesa, esperaban el propio Daniel, su papá “el Toro” Atilio (el primero de los Willington en jugar y dirigir), Adelfio “la Chancha” Pernazza (otro directivo albiazul y a uno de los pocos al que Ángel Amadeo Labruna abrió el juego, cuando fue DT tallarín) y “Paco”, como intendente del club.

La charla la arrancaban ellos a la espera de José Omar Pastoriza que terminaba la práctica y se venía a completar la mesa. En sus dos primeros pasos por “la T”, “el Pato” siempre se pedía un cortadito y así se terminaba de armar la mesa.

Arrancaban dos y después eran como 10 ya que también solía incorporarse Omar Verzellini (directivo del club y productor del libro de Paco) más el Polaco Culjak y “Cordero” Arregue más su hermano. Es más eventualmente venía el gran Amadeo Nuccetelli, ya alejado de la presidencia. Ahí se respiraba fútbol y Talleres.

Esa escena la vimos de cerca con Gustavo Gutiérrez (era el periodista que Víctor Brizuela había destacado para la cobertura del club). Como si fuera una obra de teatro que se reponía todos los días.Por eso, Willington no quería entrar. “Esa mesa vive acá. Así la recuerdo. ¿Entendés?”, siempre dice “el Daniel” y se golpea fuerte el corazón, mientras deja escapar una lágrima....”.