Otra entrega de la columna Pase al Gol.

Talleres puede considerarse afortunado. Así como cuando llegó el colombiano Dayro Moreno, la llegada de Guilherme Parede conmovió al Mundo Talleres dentro de la cancha. En el césped, quedó lo mejor. No hay dudas de la gravitación del atacante brasileño.

En seis partidos –desde Boca hasta Colón–, fue una solución para el equipo y un problema para todos los rivales. Hizo tres goles (Arsenal, Patronato y Colón), dio dos asistencias (ambas ante Huracán) y desplegó su repertorio en el que mezcló la velocidad y el freno, amagues, enganches al servicio de las distintas sociedades que fue armando con Nahuel Bustos (¡qué taco del goleador para “GP77”!), Franco Fragapane, Jonathan Menéndez, y cuando entraron Dayro, Tomás Pochettino y Diego Valoyes, entre otros.

Por izquierda y por derecha, con una u otra pierna, o en distintas bandas, el brasileño contagió al equipo y a la gente. Los despertó, realmente.

El acto ofensivo albiazul ha recuperado casi todas las prestaciones originales, las que hicieron que Alexander “Cacique” Medina dijera que se identificaba con el equipo.

El entrenador necesitaba de un jugador así, que le diera vuelo al equipo y que tuviera el compromiso que otros no tenían.

Para un jugador de calidad no hay algo mejor que un compañero con calidades similares y con su actitud, de no darse por vencido, despertó al resto.

Con los hinchas sucedió algo parecido. Levantó a los hinchas, en un momento en el que el equipo había perdido cierta fortaleza de local.

El primer reto fue ganado por el brasileño, pero ese jogo bonito también tendrá que salir a escena cuando lleguen rivales de otra jerarquía, caso River, el primero como local en la Copa Superliga, Racing, Lanús, Defensa y Justicia, Argentinos Juniors.

Llegará el tiempo en que lo empiecen a conocer y lo anticipen, los momentos en que intenten intimidarlo o ponerlo nervioso para sacarlo del juego y todo ese tipo de cosas que el fútbol argentino tiene.

Parede puede ser el abanderado del jogo bonito de Talleres, pero también se espera que para cuando lleguen los exámenes más bravos, Talleres ya sea una expresión futbolística completa, que pueda ayudar este desarrollo del jugador que llegó como refuerzo. Sin conflictos de personalidad entre cómo ataca y cómo defiende o si amanece tarde a los tiempos de cada partido, cuando ya está en desventaja.

Los objetivos se pueden lograr cuando hay recurso humano. Talleres tiene una cantidad considerable de jugadores que saben.

Pero también les falta convencerse de que el fútbol no es una cuestión de ratos ni de destellos, sino de permanencia y de continuidad en la demostración de los talentos.