Relatos. Las promesas de Olivera y Burgos y las misas antes de los partidos (fue hasta un rabino) formaron parte del Talleres del ascenso.

El Talleres que ascendió a la Primera B Nacional tuvo muchos hombres de fe. Y ahora vive los días en los que hay que cumplir las promesas formuladas a lo largo del año. Así puede verse a Wilfredo Olivera, quien se fue a cumplir una promesa a las capillas San Expedito y San Gabriel Arcángel, en Rafaela; a Rodrigo Burgos en Paraguay, esperando recorrer a los 50 kilómetros que separan su Itacurubí de la Cordillera natal hasta el santuario de la virgen de Caacupé; al capitán Nelson Benítez prometiendo acompañar al propio “Willy” y a Adalberto Goiri, asegurar que también correrá junto al “León”.

La historia de vida de Olivera ya presentaba algunos relatos interesantes y en el mundo Talleres los enriqueció. El primero de ellos se dio al reencontrarse con Frank Kudelka. Estando en Libertad de Sunchales, el entrenador y su ayudante de campo Iván Delfino, le salvaron la vida. En 2007, Kudelka consiguió que las autoridades del club le pagaran “un sueldo” y así pudo renunciar a un trabajo estable que tenía en una fábrica de explosivos rafaelina junto con su hermano Rodrigo, (hoy en Las Palmas) para dedicarse al profesionalismo. “A los dos días explotó la fábrica y fallecieron cuatro compañeros. Fue en el sector donde yo trabajaba preparando las ‘tortas’, ‘planchas’ y las ‘mechas’. Kudelka y Delfino insistieron para que me dedicara al profesionalismo. Me salvaron”, supo explicar.

El segundo episodio lo contó, en la previa al partido con Unión de Aconquija, el día de las 60 mil personas en el Kempes. “Voy a Reiki y la señora a la que visito siempre me pidió que imaginara un lugar donde iba a estar feliz. Cerré los ojos y me imaginé festejando el ascenso con Talleres. Entonces le avisé a mi representante que cerrara acá. Estoy donde quiero estar”, contó esa vez. El ascenso se dio como le anticiparon, pero también se lo había prometido a San Expedito. Por eso corrió desde Rafaela hasta la capilla para agradecer con estas palabras: “Hodie (Hoy), gracias por todo. ¡Correr hasta la capilla, una de las promesas cumplidas por el ascenso!”.

Burgos, el otro de los líderes, se marchó a su tierra con su familia y para llegarse hasta el santuario conocido. “Hay una Virgencita que se llama Caacupé. Hace muchos milagros. Si logramos algo, iré a visitarla. Queda a 50 kilómetros de donde vivo. Iré caminando. Siempre la tengo presente. A ella y a Jesús. Voy a ser papá nuevamente. La familia, mi señora y mi hija son todo. Me dan la fuerza para correr”, anticipó “el León” apenas llegó y en cada partido le rezó a Dios para que lo acompañara.

Misas para todos. Más allá de los relatos mencionados, la era Fassi impuso la costumbre de las misas compartidas con la delegación rival y los jueces. Es más también se incorporó el rabino Polakov, lo que permitió integrar a Eial Strahman. Al final, Talleres ascendió, con hombres de fe.

Definen. Hoy podría definirse la continuidad de varios de los nombres de la base del equipo sobre la que acordaron el DT Kudelka y el presidente Fassi. En esa lista están Olivera, Burgos, Araujo, Eial Strahman y Javier Velázquez, cuyas permanencias podrían rubricarse.