Códigos. El técnico sostiene que debe dejarle algo a la gente, que un plan de juego es una forma de vivir y que en el arco rival está el futuro.

Cuando falta la victoria, el Mundo Talleres suelta su ansiedad más elemental. Ganar desde el primer minuto el partido siguiente. Frank Darío Kudelka, el entrenador, recibe el mensaje de los hinchas y el de los jugadores y sabe que el camino más corto será con el juego. Su receta de siempre, contra la desesperación de años. Ahí está parado con un Talleres en progreso, aunque la tabla indique que comparte la punta, en el mejor de los arranques en seis participaciones en este torneo.

–¿Cambia su percepción del juego con el correr de los días?
–Uno tiene la avidez de no errar demasiado desde lo visual, desde el análisis dentro del partido a cuando uno lo ve ya más tranquilo. Las diferencias no son tan grandes. Todos los DT lo tenemos por experiencia. Pero no me tuerce la autocrítica. Si hay algo que vi de una manera y después la veo de otra y la imagen posterior me hace ver que estoy equivocado, lo voy a reconocer. En este caso sigo viendo lo mismo que vi el domingo. Lo vi tres veces. No cambia demasiado. Fuimos superiores al rival. Pero el resultado encaja.

Tuvimos una alta intensidad táctica y estratégica ante un rival trabajado que juega bien y tiene variantes. Esa intensidad nos desgastó un poco para llegar con más gente en ataque. Nuestra falencia principal fue que en el área rival o de tres cuartos para adelante no fuimos lo incisivo que fuimos en otros espacios de juego. No tuvimos penetración para tener más posibilidades para llegar a definir.

–Se hizo uso y abuso de una referencia de área. ¿Qué variantes debieron existir?
–No lo veo como algo fundamental. A ver. Los momentos más claros fueron los primeros 25 minutos. Ahogamos al rival, hubo recuperación alta con el consiguiente desgaste mental e hicimos ataque rápidos, pero no concretamos. No finalizamos bien la jugada. Hubo dos desbordes de Araujo que no terminamos en un buen centro. Luego sobrevino un cansancio que hizo que el equipo recupere más atrás. No perdimos el orden y ellos tuvieron una situación clara. La única del juego. Pero Talleres quedó lejos del arco de enfrente. Eso hacía que el ataque rápido estuviera lejos y terminábamos en un centro a Strahman, sin el acompañamiento de los volantes internos ni del segundo delantero. En el complemento tuvimos supremacía de terreno y la tenencia de la pelota, pero no lo usufructuamos, salvo en una jugada. Y eso que el rival ya había introducido cambios defensivos. Defendió bien el empate.

–Aceptó las reglas del Mundo Talleres, usted propone un equipo protagonista y los jugadores saben que deberán atacar en espacios reducidos y defender en espacios amplios. ¿Cómo se convive con eso?
–Sería más fácil plantear un 4-4-1-1. Pero eso no condice con el paladar del club ni con sus formas. Defensores venía de hacer 11 goles y de generar 20 situaciones de gol. Lo que digo, lo hago. Lo que uno ve en cancha es si el jugador está convencido o no. O si te da más tiempo para convencerlo. Ante Defensores hubo buenas situaciones tácticas, pero el 0-0, las tapó.

–¿Por ejemplo?
–En el complemento, nuestros centrales jugaron mano a mano y con un “5” metido entre ellos. Y no nos pasaron una vez. No nos generaron ni una situación de gol. Hicimos cambiar su forma al rival. Se tuvo que defender. Pero eso no quiere decir que hayamos atacado bien en los últimos metros. Tenemos una disposición de jugadores en ataque que debe ser masiva. No menos de cinco jugadores atacan permanentemente. Tampoco se trata de sumar delanteros. Pero no lo hicimos bien en este partido.

“En progreso”

–¿Cómo califica a Talleres y cuándo jugará como usted quiere?
–Ante Defensores, el equipo jugó como quiero, pero no tuvimos esa movilidad y la presencia ofensiva que pretendo. El equipo tuvo un nivel superior al del partido con Unión (VK), donde ganamos. Nos faltó gente en ataque. Yo diría que Talleres es un equipo en progreso. Si bien demostramos ser superiores en los tres partidos, no deja de ser un equipo en progreso. Es un equipo que se ha armado con toda gente nueva. Desde la dirigencia y en todas sus aristas. Un equipo no se construye de la noche a la mañana. Tiene atributos. Quizá más de los que uno puede llegar a ver en el corto plazo. No nos olvidemos bajo la ansiedad y la presión externa con la que se juega. No es lo mismo jugar bien al fútbol como juega Defensores de Belgrano en Villa Ramallo, que en Talleres. Los equipos mayoritariamente dicen: “Tomá Talleres. El problema es tuyo. Si ganamos o empatamos, bárbaro. Si perdemos, era un partido que podíamos perder”. La presión te la tiran siempre. Pero acá estamos. Esto es un desafío. Muy lindo. Tenemos que estar a la altura de la circunstancia y ser superadores de ella. Pero no debemos dejar de tener en cuenta que el Mundo Talleres está regido, hoy por hoy, bajo muchos años de frustración, de escepticismo, de mucha ansiedad, pero con una pasión inconmensurable que no se ve en todos lados. Y que ojalá, sepamos hacerla producir. En el segundo tiempo, había un murmullo de ansiedad, para que rápidamente lleguemos al arco rival. El equipo no se contagió de la ansiedad. Erró el camino en los metros finales. He visto partidos de años anteriores, porque es mi deber, y vi que la ansiedad hizo que el equipo jugara a cualquier cosa. Debo hacer que mi equipo no sienta esa ansiedad respetada y lógica del Mundo Talleres. En los últimos años, no le fue de esa manera. Está demostrado. No hay culpabilidad de nadie. Es un desafío, salir de acá. Tampoco tenemos que ser permeables a circunstancias extremistas. Cuando ganamos, no somos mejor que nadie. Hay que demostrarlo al partido siguiente. Cuando no lo hacemos, no somos peores que nadie. Hay que demostrarlo en el juego siguiente. Es una lucha diaria.

–En su Talleres, cada jugador debe sentirse obligado a jugar y evitar sacarse la pelota de encima... ¿No es ese el desafío más grande?
–Es la idea. Es una forma de vivir. Antes de venir a Talleres, me informé. No voy en tinieblas a ningún lado. Y todos me hablaban de la presión, que la gente cree que los campeonatos terminan a las tres fechas, que hay que ascender a la 10ª fecha cuando hay un año, que los partidos se ganan a los 10 minutos. Y dije: “Ahí tengo que estar. No tengo que huir de eso”. Tenemos que lograr que, más allá de esa pasión de la gente, su presente sea mejor que su pasado y que su futuro sea mejor que su presente. Porque esta gente ríe, llora y vive por Talleres. Entonces ¿cómo no va a ser un desafío? A mí me desafía la ansiedad del Mundo Talleres. Yo me tengo que ir de Talleres siendo algo para su gente. Y Dios quiera que sea de la mejor manera. Eso no se pueda hablar, hay que escribirla. Es un desafío fuerte, difícil y que lleva a los extremos. El Mundo Talleres desafía mi forma de ser y eso es lo que debo transmitir a los jugadores. Se puede jugar bien al fútbol, se pueden corregir los errores, hay que ser autocrítico y valiente. Bajo esa consigna y otras tenemos que dejarle algo a la gente. Y será a través de una forma de jugar, que es de vivir. En el arco de enfrente está nuestro futuro. Eso le digo al plantel.

–¿Está más atento en la victoria que en la derrota?
–Soy obsesivamente atento. El fútbol que nos toca vivir hace que nunca se pueda perder la atención. Hoy no se gana ni con el nombre, ni con el escudo, ni con la historia. Si fuese por eso, hoy Talleres estaría en Primera División. Vivimos en una organización que supera a la de equipos de Primera. Pero tenemos que tener los pies sobre la tierra. Por algo Talleres está en la tercera categoría. entonces, a partir de eso, todos tenemos que sumar en pos de sacarlo de esta categoría.

–¿Qué sueña con Talleres?
–Que el partido que viene sea mejor que el jugamos. Que mantengamos las virtudes y pulir los defectos. Mi equipo no puede llegar con poca gente ni tener pocas situaciones de gol. Plasmamos un equipo para tener supremacía en el área rival. Aspiro a que mañana tenga más dedicación que hoy.

–En estos años Talleres fue “ascenso o fracaso”. ¿Lo acepta?
–Es un desafío. La vida y el tiempo dirán si estuve a la altura de las circunstancias. Me encanta el desafío de los rivales, la misma historia del club. Elegí estar acá. Nadie me obligó. Fracaso es no intentar, no creer. No convivo con el fracaso. Pude ir a Primera y al exterior, y elegí acá.

–¿Qué sería ascender con la “T”?
–Cumplir con el desafío. No soy extremista. Lo único que espera de mi paso por Talleres es haber dejado una idea, una forma de pensar. El orden es factor de poder. En el fútbol y en la vida. El éxito me gusta como a todos, pero también está la buena persona.

Los “distintos”

–¿Cómo suma orden y lucha al talento de Araujo?
–Debe jugar cerca del área. No tuvo inferiores, pero tiene opción de recuperación. Hay que darle opción de ataque y cerca del área.

–¿Y Francia?
–Hay que pedirle su riqueza técnica. Y está corriendo más que nunca en pos de la recuperación de la pelota. Pero no pretendo que me corra 30 metros. Sí le exijo que me fabrique situaciones de gol y que haga cambios de frente como sabe hacerlo. Como los tiros libres y los córners. Que sea el conductor.