El niño que salvó su vida de milagro en 2010 tras un voraz incendio, es ahora socio vitalicio del Albiazul, gentileza de su departamento de acción social. Gianunzio, Rezzónico y Strada se acercaron al hospital para regalarle una pelota y una camiseta. Historia de vida de un pibe que sigue luchando para recuperarse, apoyado por el club de sus amores.

El amor nunca muere, al contrario, fortalece. No importa si es dirigido a una persona, a un animal, a un material o a las mismas ganas de vivir. Eso se mantiene perpetuo. Por eso, el mejor de los regalos recibió Tomás Tobarez Carreño, quien a sus 7 años, es socio vitalicio de Talleres. Una historia de vida que lo enaltece aún más. Hoy será dado de alta del Hospital de Niños, después de someterse a una nueva intervención quirúrgica correctiva en la piel, en su lucha que tiene todos los días desde hace dos años, cuando su padre lo salvó milagrosamente de un incendio que lo dejó con secuelas que hasta el día de hoy debe lidiar.

Y Talleres siempre estuvo presente. En su corazón, como hincha que es, y con la compañía del club también. Ayer Emiliano Gianunzio, Juan Pablo Rezzónico y Román Strada fueron a saludarlo al Hospital de Niños, además de obsequiarle una pelota de Talleres y una camiseta autografiada por todo el plantel.

La historia. El 17 de mayo de 2010 su casa de barrio Los Paraísos fue víctima de un incendio, que la dejó en cenizas y terminó con la vida de su padre, Juan Facundo Carreño, de 23 años. Lo salvó entre las llamas, y después se desplomó. Tomasito desde ese entonces inició su batalla por seguir respirando, con quemaduras de hasta el 50 por ciento en su cuerpo y su recuperación fue notable. Su pasatiempo favorito es el fútbol, y su fanatismo por Talleres lo llenó de energía. Estuvo en el Mario Kempes viendo el segundo duelo contra Racing, justo en la semana que la entidad de barrio Jardín le obsequió un carnet de socio que le permite el ingreso de por vida para ver al club de sus amores. “Es muy fanático de Talleres, no se pierde ningún partido y llora cuando no gana. Se pone nervioso. Grita los goles como loco. Quiere que lo llevemos más seguido, y seguramente que cuando esté mejor, va a seguirlo a todos lados”, cuenta su madre Gisela (24) a PODIO, quien lo acompaña día y noche en su batalla. “Creo que Talleres en parte lo ayudó a curarse porque lo tiene tan presente que se despeja de todos los males. Estoy muy agradecida al club, a los jugadores y a la escuela porque nunca lo dejan solo”, agregó. En el pasillo, se encuentra el abuelo, Juan José, progenitor del padre del niño, quien ahora descansa en paz. “Por suerte a uno le quedan cosas como éstas. Saber que mi hijo dejó su vida por “Tomasito” no tiene precio. Estoy muy agradecido a los jugadores de Talleres”, graficó.

“Polaco”, el ídolo. Gianunzio siempre estuvo cerca. “Cuando me contaron del caso, fuimos a Feriar a una colecta y la verdad, me conmoví. Siempre trato de acompañar, con obsequios, y sobre todo con la presencia. Llamo constantemente, porque es admirable sus ganas de seguir viviendo, y lo transmite permanentemente. Es para elogiar”, cuenta el “Polaco”, quien a su vez, es el ídolo de “Tomasito”. “Tantas veces en la vida nos hacemos problemas por tonterías y no nos damos cuenta que la vida es lo más importante -prosiguió Gianunzio-. En este caso, el fútbol queda en quinto plano más o menos. Siempre vamos a apoyar a este tipo de iniciativas”.

“A veces no valoramos tantas cosas y ejemplos como el de Tomasito nos enseña lo bueno de vivir. Tiene una fuerza de voluntad tremenda. Es un honor poder ayudar con lo que sea. Este pibe es fuerte y va a salir adelante seguro y lo queremos en la cancha para que nos de suerte”, dijo Rezzónico. “Lo importante es el bienestar de los chicos. El fútbol es algo que queda de lado cuando nos enteramos de casos como el de ‘Tomy’. Lo queremos ver pronto en la cancha, así que vamos a seguir rezando para que se recupere”.

El partido de Tomasito con la vida está en tiempos de revancha. En esta operación, le corrigieron algunos detalles en el rostro, le injertaron piel en las manos y le sacaron clavos de los dedos. A fin de año, tendrá otra intervención. Así, hasta los 16 años, no podrá despegarse mucho de los hospitales y de los quirófanos. Pero no está solo: tiene un tremendo equipo al lado, familia, amigos y Talleres, que lo acompañan en este largo camino.

“Sueño con jugar en Talleres”


Tomasito está cursando el segundo grado en el Colegio “San José”, de Alto Alberdi. Su madre cuenta que le gusta concurrir, y que se siente respaldado por sus maestros y compañeritos. “Sus amiguitos le mandan cartas para que se recupere y lo están esperando siempre”, cuenta Gisela, su madre. Su maestra cuenta que se destaca en las clases de matemáticas, sobre todo por su rapidez mental para sacar las cuentas. Sin embargo, la pasión del pequeño es la pelota. Los sábados va a una escuelita de fútbol, del mismo colegio, y disfruta jugando “como lo hace el polaco”, en homenaje a su ídolo, Emiliano Gianunzio. “Soy mediocampista. Me gusta correr y patear. No me gusta faltar. Me gusta como juega el “Polaco”, es un genio. Y mi sueño es jugar alguna vez en Talleres”, confesó Tomasito, quien deja de lado su timidez cuando tiene que referirse al club de sus amores.

Charlas futboleras de hospital


Mientras Tomasito recibe el cariño de los jugadores y se prueba la camiseta de Talleres, en ese momento, en el televisor de la habitación del Hospital de Niños, muestra el resumen del empate del Albiazul ante Crucero del Norte. “Estuvimos cerca”, dijo casi con vergüenza Tomasito. Sin embargo, Juan Pablo Rezzónico, para contrarrestar el momento, dio un mensaje de esperanza. “Vos fuiste a vernos contra Racing, y nos diste mucha suerte, así que recuperate pronto que te llevamos a Misiones así nos das la clasificación”, bromeó el defensor. “Mirá cómo se tira Rezzónico y no llega a la pelota, vos que jugás, no lo imites”, aportó Román Strada, en una jugada clara de gol de Crucero. “Y si tirás centros, no lo hagas como Strada, que se lo tiró a la mano del arquero”, retruca Rezzónico. Emiliano Gianunzio se mantiene callado, todavía emocionado por el momento que les toca protagonizar. “Espero que de mi aprenda a no pegar patadas”, agrega. “En realidad, somos nosotros los que aprendemos de él. No se rinde nunca, ante tantas adversidades. Creo que todos debemos tener el ejemplo de Tomasito y aplicarlo seguido, porque la vida pasa por estos desafíos y no tanto por las exageraciones que tantas veces creemos que nos dominan”.