Frustración. Con el empate en Misiones, otra vez a Talleres se le diluye el ascenso directo. Es un milagro o la Promo. Encima, agredieron a Sialle.

El gigante siente el impacto. Tambalea. Cierra los ojos. Se desploma. Queda en el suelo. Inmóvil. Después, vuelve a ponerse de pie. Pero el golpe artero por la espalda ya le duele. Sí, el gigante en cuestión es Arnaldo Sialle, el técnico de Talleres que ayer recibió una agresión con un proyectil arrojado desde la platea de Crucero del Norte. Pero no fue el único agredido. Futbolísticamente, su equipo también sufrió el arrebato, el golpe seco para hacerlo trastabillar y dejarlo a merced de un milagro para pelear el ascenso directo. Dos golpes distintos. Uno repudiable. El otro una triste costumbre de un club que no puede salir del Argentino A.

Y si había una manera para quedarse con esa acidez de las noches más jodidas, era un empate. Acaso porque la derrota hubiera dejado definitivamente relegado a Talleres. Pero no. El 1-1 ante el Colectivero dejó la sensación de esa agonía innecesaria y despiadada. Y ahora se sostiene en forma lastimosa a una esperanza y encima no depender de sí mismo. Talleres quedó con 12 puntos, pero arriba tiene a Crucero del Norte y a Sportivo. Y hoy se puede sumar Douglas Haig y hasta Racing (O) lo alcanzaría.

No sostenerlo. El gol de atropellada de Riaño, después de que Gaona le atajara el penal al Sacha Sáez, fue el tubo de oxígeno para creer que se podía. Además, la T llevaba dos sin perder fuera de casa pero ni. Cuatro minutos después, llegó el empate, volvieron las dudas, se quedaron los fantasmas de siempre y todo se desmadró. Pese al golpe, Sialle alentó a los suyos. Como aquel 17 de noviembre de 2011 cuando debutó ante Libertad, en Sunchales, con triunfo 2-1. Sí, el Albiazul ganando de visitante. Pero después vino el drama, la lucha, la tensión. A caso porque Talleres está mareado hace rato. Y el peor proyectil es su ego, la ansiedad por huir de un torneo que le sigue enseñando que no se gana con los nombres, y tampoco con 30 mil tipos que copen el Mario Kempes o viajen a Misiones llenos de tatuajes que también son cicatrices.

Tan mareado está Talleres que engañó a todos. Caía 2-0 ante Central Córdoba y terminó 5-2. Antes, clasificó en Salta al ganarle 3-2 a Juventud Antoniana, en Salta. Pero se fue de boca ante Santamarina y perdió 2-1. Ambivalente. Se paseó entre las muestras de carácter y en San Francisco pareció decir “Tengo ese picante para ascender” y unos días después se quedó sin condimentos con Defensores de Belgrano de Villa Ramallo.

A la hora de los bifes... Cuando Talleres debió ganar para dar el gran salto, se quedó en amagues. En la temporada 2009 cayó 1-0 ante Juventud Antoniana y no clasificó a la instancia final. En 2010 igualó 0-0 con Santamarina y quedó a mitad de camino. Después, en 2011, por el Nonagonal, cayó 5-1 ante Guillermo Brown y todo se vino abajo. Ya en la Fase Final de este año, sumó apenas seis puntos de 12 posibles y contra Defensores volvió a no ganar un partido decisivo.

Es decir, que a la hora de dar el golpe de efecto, tambaleó, quedó en punto muerto y fue superado por rivales quizá menos rico en nombres pero con una idea de juego clara. Ojo, Cacho Sialle le dio una identidad a Talleres, pero su irregularidad le salió carísimo.

Nadie duda que Cacho le hizo bien a la T. Dirigió 19 partidos, ganó nueve, empató seis y perdió cuatro cotejos. Pero los números leídos así sueltos son fríos, y la verdad fue que defensivamente el equipo dio muchas ventajas.

Sí, ayer Cacho Sialle recibió el golpe por atrás y cayó al suelo. Hace varios años que un proyectil golpea a Talleres. Es invisible. Y parece que se le burló otra vez.