Cuando las razones futbolísticas colectivas resultan insuficientes para doblegar al adversario, bienvenidos sean el tesón y la guapeza. Con esos atributos, Talleres venció a Estudiantes, gracias al golazo de Aballay sobre la hora.

Sin arcos. Talleres mostró una saludable intención de juego en el primer tiempo. A partir del buen manejo de todos sus volantes (Arce, Monay, Sanjurjo y Anívole) se vieron pasajes de buen juego, pero le faltó el pase profundo para encontrar a Moreira Aldana y a Cuello. Estudiantes salió a esperar y propuso un juego mezquino.

Uno y otro. A un Talleres en formación lo enfrentó un Estudiantes que va por su tercera temporada con casi el mismo plantel. Las diferencias colectivas fueron notorias. Aunque más limitado en la capacidad individual de sus jugadores, el Celeste tenía más clara su propuesta. Se movió en bloque, achicó espacios y en el complemento, cuando se animó, llevó peligro ante Giordano.

A lo guapo. Mientras, el toqueteo de la “T” se esfumó. Díaz (reemplazó a Sanjurjo) no tuvo una buena tarde; Buffarini (por Arce) aportó desborde por derecha y Sanjurjo las peleó a todas. Talleres nunca mermó en su iniciativa ante un Estudiantes que se conformaba con el punto. El gol de Aballay fue su premio, aunque el fútbol seguirá esperando.