Sorprende para uno que jugó cinco años en Córdoba ver la situación en la que está Talleres. Me gustaría que estuviera en una circunstancia similar a la de Instituto, que tiene la fortuna de estar “ahí” y de jugar una posibilidad de ascenso. Pero precisamente las circunstancias que tienen uno y otro, son los ingredientes que hacen al clásico del próximo lunes tan atractivo.

Siempre se esperará, tratándose de dos equipos que tienen jugadores para elaborar buen fútbol, que salga un partido lindo para los ojos. Pero no será fácil, porque hay demasiado en juego y un solo error en un encuentro de este tipo puede causar una derrota.

Los clásicos suelen ser puntos de inflexión para dar un salto definitivo. En el caso de la Gloria, para prenderse en la lucha por el ascenso directo o la promoción para Primera División. Y en el de Talleres, para evitar el abismo del descenso directo. Creo que los dos equipos están en condiciones de darlo.

Lo he visto más a Instituto que a Talleres. Me parece que la Gloria es muy agresiva de mitad de cancha para arriba e intenta jugar. Eso puede hacer que el partido se abra y generar espacios en la defensa de Talleres, que en el clásico frente a Belgrano lució bastante segura.

Me parece que Instituto puede llegar a sentir la ausencia de Ezequiel Lázaro, que es el nexo entre la mitad de cancha dinámica que tiene y dos delanteros muy peligrosos, como Romero y Morales Neumann. En este tipo de instancias reemplazar a un jugador así no es fácil, pero será una buena oportunidad para que Nicolás Croce demuestre su perfil de buen jugador.

Y Talleres puede sentir la ausencia del “Colorado” Federico Lussenhoff, porque jugadores con su experiencia y oficio son muy necesarios en estos cotejos.

Jugué muchos clásicos pero lo que se vive en los cordobeses es muy difícil de igualar. Acá en Santa Fe, donde yo vivo, les cuesta entender que un Talleres-Belgrano o un Instituto-Talleres despierten la misma o más pasión que un Colón-Unión.