Salmerón se mostró sorprendido por la trascendencia mediática a raíz de su llegada a Talleres. “Me fui a los 14 años de Córdoba, creía que no me registraban”, admitió el ex Ferro, quien se presentará hoy a entrenar, con permiso judicial.

De a poco, el delantero Luis Salmerón se empieza a probar la casaca albiazul y desde hoy entrenará con el plantel de Talleres en la pretemporada, para la difícil cruzada que tendrá el conjunto de barrio Jardín. Pese a que ya hay acuerdo con Ferro, el «Pupi» necesita una autorización del juez para entrenar, aunque ya consiguió la venia del órgano fiduciario de la entidad de Caballito (se encuentra en proceso de quiebra) y llegará al albiazul en una operación en cuotas que completará 800 mil dólares por la totalidad de su pase.

«La verdad, no aguanto más. Tuve un golpe duro cuando se cayó la chance de ir a la «U» de Chile, pero por suerte lo de Talleres avanzó más rápido y me sorprendió. Son momentos de nerviosismo y ansiedad, no quiero pensar más en firmar papeles, hablar con jueces y abogados, sino sólo en dedicarme a jugar al fútbol», explicó Salmerón, un poco más relajado.

-¿Cómo te sentiste cuando parecía que la operación se estancaba?
-En estado de locura total (risas). Y todavía no firmé... Pero de todos modos el fideicomiso me dijo que me quedara tranquilo. Igual, me sorprendió la trascendencia que tuvo la información. Para mí era imposible que pudiera ir a Talleres y recién estoy empezando a caer. Pensé que en Córdoba no me conocía nadie, porque me fui a los 14 a años a Buenos Aires. Creía que no me registraban.

-¿Cómo llegaste a Ferro?
-Hubo una prueba en Boca y mi club, Deportivo Colón, que lamentablemente no existe más, me dio permiso para ir. Estuve con Ezequiel Molina, quien ahora juega en Sportivo Italiano y quedamos los dos, pero no nos daban lugar en la pensión. Después, el profesor de una categoría de Boca, «Lito» Isabel, fue a coordinar las Divisiones Inferiores de Ferro y nos llamó. Fuimos sin pensarlo. Como hubiera ido a Talleres. Por eso, cuando me enteré de la posibilidad no lo podía creer.

-¿Qué te dicen tus familiares? Son todos hinchas de Talleres como vos...
-Es verdad, voy a poder disfrutar más a la familia y a mis cuatro sobrinos. Yo de chico iba siempre a la cancha a ver al equipo, me encantaban (Oscar) Dertycia, (Mario) Bevilacqua y (Alejandro) Kenig. Después se me fue un poco la pasión por las distancias. No obstante, no vuelvo a Córdoba a pasear, voy a ir a romperme el alma para pelear por cosas importantes.

-¿Qué conocés del equipo?
-Se está armando un buen grupo. La realidad indica que es necesario realizar una buena campaña para escaparle a los promedios, y eso duele, porque la historia de Talleres es muy rica. Vamos a intentar el ascenso, estamos obligados a ser protagonistas y eso es un estímulo.

-¿Es más presión saber que el club hizo una fuerte inversión por tus servicios?
-No, es un orgullo y un incentivo. Si me compraron es porque hice las cosas bien en Ferro, Tigre y Atlanta, y ahora debo demostrar mis condiciones. Quiero estar a la altura, y soy un luchador, sé lo que me estoy jugando. Me fui de casa a los 14 años y conozco cuáles son los desafíos. No soy el salvador de Talleres pero voy a dejar todo en la cancha. Eso lo aseguro.

-¿Ya te imaginás jugando los clásicos?
-Por lo que viví de chico y lo que se ve por televisión, va a ser espectacular enfrentar a Belgrano y a Instituto. Y hay que ganarles como sea. Por eso quiero ponerme a entrenar y estar a las órdenes de Grondona. No aguanto más.