El árbitro Guillermo Rietti fue sin duda el más observado por los presentes en la Boutique. Y los que no asistieron a la cancha también tenían la oreja puesta en lo que podía suceder con su accionar, ya que durante la semana fue el blanco de todas las sospechas, cuando se dio a conocer su designación en el partido Talleres-CAI.

El volante de Instituto, Hernán Buján, anticipó en LA MESA DEL FUTBOL, que Rietti iba a ser el encargado de dirigir ese encuentro, y que lo sabía desde un día antes de la confirmación oficial. Con toda la polémica que suscitó ese hecho, el árbitro cumplió con una tarde aceptable. Regular es la palabra más apropiada, aunque no cobró dos penales en favor de Talleres. Estuvo condicionado por todo lo que se habló, celoso en los fallos, intentando cuidar su reputación, y buscó en cada jugada no darle la razón a las declaraciones de Buján. ¿Por eso ignoró el agarrón de Casais a Héctor Cuevas en el área?

Al término del encuentro, a la pasada, aseveró que no alcanzó a precisar si fue foul o no. Y resaltó: «Mi legajo no es impecable, porque tengo mis fallos, pero siempre con más aciertos que errores. Soy un ser humano, me puedo equivocar».

A su turno, Julio Quinteros, instructor de la Escuela de Arbitros «Carlos Boxler», y veedor de AFA, calificó la tarea de Rietti: «No tuvo incidencias en el partido. Ninguno de sus fallos influyó en el resultado o en favor de algún equipo, aunque me parece que no cobró un claro penal para Talleres. Las demás jugadas son dudosas».