...Garay. El ídolo de Talleres dejó la práctica activa de fútbol. “Perdí el incentivo”, le dijo a LA MAÑANA y sueña con algún día ser el DT del club de barrio Jardín.

A los 33 años, uno de los máximos referentes futbolísticos de Talleres abandonó la actividad profesional. Se trata del enganche Diego Héctor Garay, quizás el último gran ídolo de la hinchada albiazul, quien cansado de los trajines y las rutinas del fútbol, tras 16 años de carrera, tomó la decisión de dejar las canchas y los vestuarios para dedicarle más tiempo a su familia. “Perdí el incentivo. Como las propuestas que tenía no me convencían, hablé con mi representante y le manifesté que prefiero dejar de jugar. Ahora disfruto de otras cosas, como mis amigos y la familia. El fútbol me dio muchísimo en mi vida, pero el ciclo se cerró”, confesó Garay ante la requisitoria de LA MAÑANA. El sanfrancisqueño, ahora despunta el vicio en una liga amateur de su ciudad, en un equipo llamado Defensa y Justicia.

- ¿Cuál fue el detonante de la determinación?
- El semestre pasado jugué en Sportivo Belgrano junto con mi hermano Sebastián, y de esa forma cumplí un sueño pendiente. Pero cuando él deja el club para irse a Central Córdoba de Santiago del Estero, llegué una noche a mi casa y sentí el apuro de decir basta. Ya no tenía motivaciones, tuve muchos logros como profesional, y puse punto final a mi historia.

- Muchos de los futbolistas que se retiran, a los meses quieren volver al ruedo...
- Sí, y a veces me pasa. Tenía ofertas para irme a Guatemala, Colombia, Ecuador... Me llamaron también de Unión de Santa Fe, pero como no prosperó, me desanimé y decidí no jugar más. Si me vuelven a tentar, lo pensaría, pero la verdad, no me vuelvo loco para nada. Ahora prefiero aprovechar otros valores. Tengo otras prioridades.

- ¿Cuánto tuvieron que ver las lesiones para que te decidieras a dar un paso al costado?
- Nada, si la temporada pasada en Sportivo estuve en todos los partidos. Tengo problemas en mis rodillas pero no me impidieron jugar. Se dijeron varias cosas que me molestaron mucho: que vine “roto” a Talleres, que tengo problemas físicos crónicos, pero eso está muy lejos de la realidad. Dejé de jugar porque no tengo más sentimiento para hacerlo.

- ¿Te gustaría seguir ligado al fútbol?
- Sí, más vale. Los que jugamos profesionalmente no queremos perder nunca. Me pasa en este campeonato, que juego con mis amigos y la pasamos genial, pero a veces me caliento (sic). Mi idea es hacer el curso de técnico y empezar a dirigir en divisiones inferiores. Uno quiere empezar otros caminos, y es cuestión de afrontarlos. Nunca pensé retirarme tan joven, pero el destino quiso que me encuentre en esta situación, y lo tengo que aceptar. Al principio me costó, pero ahora lo tomo con naturalidad.

- ¿Y ser técnico de Talleres en un futuro?
- Sería un sueño. De pensarlo nomás se me eriza la piel.

“Talleres es mi orgullo”.A la hora de referirse a Diego Garay, inconscientemente se lo relaciona con Talleres. No es para menos: fue protagonista principal de aquel equipo que ascendió en el ’98, en las recordada final ante Belgrano, defendió esa camiseta en la Copa Libertadores y Mercosur, y su venta al Racing de Estrasburgo (Francia) dejó en las arcas del club cerca de 3 millones de dólares. “Haber defendido la camiseta de Talleres fue mi máximo orgullo. Era un grupo bárbaro. Me acuerdo de amigos como la “Chanchita” Albornós, el “Cebolla” Fernández, Cristian Pino, Javier Villarreal, Rodrigo Astudillo. Fue sin dudas el mejor equipo que integré”, recordó Garay con nostalgia.

“¿Mi mejor gol? El que le hice a Belgrano en el ’98. Llevé la pelota por el centro y pateé desde afuera del área, y la pelota se metió en el ángulo. ¡Qué partido ese! Es inolvidable”, siguió con relato melancólico el ex enganche del “Matador”. Asimismo, su sueño era retirarse en barrio Jardín, y aunque prácticamente así fue, no disfrutó su reencuentro con la camiseta albiazul como pretendía. “Una de las revanchas que me quedó pendiente es esa. Pude redondear mi ciclo en Talleres, pero el momento deportivo no acompañó. Fue uno de los peores. Es una deuda, porque es un club muy grande y no merece pasar por momentos así. Algunos me preguntan por la calle: “Diego, ¿por qué no volvés a Talleres y lo sacás adelante?”, pero mi historia en la institución ya se cerró. Igual, le tengo una fe bárbara. Lo sigo siempre y las buenas ya van a venir”.