A lo largo del torneo, en las 27 fechas que se llevan disputadas en la B Nacional, los cuatro entrenadores de Talleres buscaron soluciones, sin éxito, para la principal falencia del equipo: la zona defensiva.

Con 49 goles recibidos, los de barrio Jardín tienen la valla más vencida de la categoría, sufriendo un promedio de casi dos caídas por encuentro (1,814). Pasaron cuatro arqueros (Silvio Dulcich, Damián Grosso, Valentín Brasca y Antony Silva), nueve defensores (Julián Maidana, Leandro Alvarez, José Luis Gómez, Germán Rivera, Edgardo Galíndez, Juan Cruz Gill, Gabriel Oyola, Marco Torsiglieri y Federico Lussenhoff), y las respuestas siguen sin aparecer, dejando en claro su vulnerabilidad en la retaguardia.

Salvador Capitano, DT que abrió la temporada albiazul, implementó en algunos partidos línea de tres defensores, con magros resultados. Después, Rubén Darío Insúa y el interinato de la dupla Carlos Bustos-Jorge Grassi tampoco lograron revertir la suerte, pese a los permanentes movimientos. Actualmente, Angel David Comizzo, en tres partidos, apenas alcanzó a acomodar las piezas, y hasta se entusiasmó la gente, porque en el 2008 el promedio era de tres goles en contra por partido, y con el «Flaco» había recibido dos en un par de presentaciones. Hasta la visita a Tucumán, donde el 3 a 0 volvió a llenar de preocupación al cuerpo técnico albiazul.

«La defensa viene mejorando. Ya no hay tantos desacoples, y de a poco va recuperando solidez. Todavía falta mejorar pero vamos a seguir progresando», es la frase-consuelo de Comizzo, aunque internamente es consciente que deben seguir los ajustes si pretende afirmar la última línea.