Habrá que convenir que lo más importante de anoche, en el caso de Talleres, fue el resultado. El 2 a 1 ante Quilmes, sufrido y ajustado, le permitió al Albiazul interrumpir una racha de cuatro derrotas seguidas, salir transitoriamente de la zona de descenso directo y renovar el ánimo de cara a una excursión complicada hacia el reducto del puntero. En tiempos de vacas y milésimas flacas, no parece poca cosa. Aunque muestre luces y sombras.

¿Y el juego? Desde lo futbolístico, el equipo de Ángel David Comizzo quedó en deuda ante el entusiasta público que colmó La Boutique. Mantuvo el nuevo índice de goles en contra (uno, contra los tres que tanto le molestaban al gerenciador Ahumada y que le costaron el puesto a Rubén Insua), aunque mostró infinidad de dudas en la última línea, sobre todo en pelotas paradas. En el arco, Brasca volvió a brindar una mayor sensación de seguridad colectiva y una mejor respuesta individual. El juego lateral de Batalla, el enganche quilmeño, facilitó las cosas a una defensa que sigue siendo el punto más débil de la “T”. Así y todo, fue llamativo cómo se perdieron todas las marcas en el córner que terminó en gol de Olivares, y cómo un ratito antes Rodríguez había quedado sólo ante Brasca tras una combinación que dejó estáticos a ¡siete jugadores locales!

El asunto fue tenerla. Sin jugar bien, Talleres hizo diferencia cuando se adueñó de la pelota. Así llenó de impotencia (y de tarjetas) a su rival. Rimoldi, flojo en la marca, volvió a mostrarse como un jugador gravitante con el balón en sus pies. Fue él quien abrió el camino al triunfo al final del primer tiempo. Rosales, arrancando desde los extremos (preferentemente desde el derecha) para tirar la diagonal, no fue tan gravitante como otras veces. Así y todo, algún destello aportó.

Volvió “el Tanque”. Uno de los hechos destacados de ayer fue el regreso al gol de Héctor Cuevas. El delantero obligó mucho y en una de las pocas chances que tuvo, no falló. El final lo encontró muy solo. Fue cuando Talleres, ya sin la pelota y con pocas ideas, se amontonó atrás para defender la diferencia.