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Con el gol de anoche, Héctor Cuevas sumó ocho tantos. Ferro no sabía cómo marcarlo y lo padeció. Foto: LaVoz / Ramiro Pereyra.

Hugo García /
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En un partido de fútbol, ¿qué diferencia al rico del pobre? A veces todo. A veces nada, como anoche.

Pues en el 1-1 de ayer, Talleres era el que más tenía. Un goleador encendido como Héctor Cuevas, los desbordes de Matías Quiroga, las mejores situaciones de gol, algo de control de pelota, un arquero que iba rumbo a la media hora de juego sin trabajo. Mejor imposible.

Sin embargo, Ferro, el que menos cualidades tenía, fue el que más pudo durante un ratito. Fueron pocos minutos, pero con un gesto técnico cambió el juego y fijó las condiciones en las que seguiría para al menos llevarse un empate, lo que efectivamente ocurrió.

La avivada de Salmerón. El momento y el lugar, no eran atractivos para Ferro. Iban 28 minutos de juego y Talleres venía de perderse las dos situaciones más importantes. Un gol que a Borghello le sacaron del “buche” (buena pared con Quiroga) y un remate de Cuevas contra un palo habían envalentonado a la “T”. Ferro había conseguido algo de oxígeno con un tiro libre cerca del medio campo. Parecía lejano aquel remate en el palo de Federico González. La pelota le había quedado en un lugar inverosímil a Luis Salmerón. El cordobés –un tipo de área e hincha de Talleres– aprovechó que Galíndez no estaba y la jugó a la punta. Federico González se mandó al área, dejó atrás a Torsiglieri (no lo pudo alcanzar) y sacó un bombazo que dio en el travesaño y entró.

El 1-0 sorprendió a Talleres, lo confundió y, luego, lo puso nervioso. Una patada innecesaria de Quiroga a Ignacio Anívole condicionó a un jugador clave para la “T”. Un rato después, Quiroga se iba expulsado al recibir la segunda amonestación por fingir un penal, según la visión del juez Gabriel Brazenas, aunque quedó flotando la duda sobre si Diego Tonetto no lo llegó a tocar. Así superó Ferro a Talleres.

Siempre Cuevas. En el peor de los escenarios, se vio la mejor versión albiazul. Edgardo Galíndez se hizo delantero, Rimoldi tuvo mayor protagonismo, Borghello se movió más, Maidana cerró los contraataques. Pero el 1-1 llegó con otro gesto. En este caso, del menos dotado. Cabrera metió suela e hizo suya esa parte del juego: levantó la cabeza y asistió a Cuevas quien colocó la pelota contra un palo. Iban 12 minutos del segundo tiempo y el partido prometía más para la “T”. Galíndez fue tapado por Guillermo Hernando y, más tarde, un remate de Borghello dio en el palo. El 1-1 ya no se modificó y Talleres se lamentó porque tanto hacer horas extras, sólo le valió un punto. Era el que mejor estaba y fue el que menos se llevó.