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Talleres perdió de local después de cinco partidos. La anterior había sido en la 1ª fecha frente a Platense, cuando cayó por 4-2. Había sumado 13 puntos de los 15 disputados en Córdoba.
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Borghello tuvo un par de ocasiones pero no pudo marcar, sigue con la pólvora mojada.

Jorge Nahúm /
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La gente fue a ver a Talleres pensando más en Belgrano que en Chacarita y con la idea de encontrarse otro equipo, ahora en manos de Insúa. Sin embargo, padeció por los mismos errores de la “era Capitano”. Desorden, falta de equilibrio, fragilidad para defender y muy pocas ideas para atacar. Perdió 2-1, pudo ser peor.

¿Se podía jugar con la mente puesta en Chacarita con el clásico cordobés a disputarse dentro de cinco días? Todo indica de que no. Talleres arrancó ansioso y terminó desesperado. Empezó a puro vértigo y al final fue sólo turbulencia, superado por un rival que lo podría haber goleado en sus contragolpes en el segundo tiempo.

El público, que una vez más acompañó al equipo, cantó gran parte del primer segmento pensando en Belgrano, y despidió a sus jugadores con una lluvia de reclamos, salvo a Héctor Cuevas y a Damián Grosso.

Está claro que era muy difícil abstraerse del clásico y como Belgrano, también la “T” llega mal parado al sábado.

En el comienzo del partido, Talleres se le fue encima a Chacarita con un esquema ambicioso ubicando a Quiroga como tercer delantero y a Rivas en la función de enganche, y solamente Dolci para marcar en el medio. Por la izquierda generó un par de arribos como un centro “shot” de Quiroga que pegó en el pecho de Precone, y en el rebote casi convierte Cuevas con su disparo apenas alto.

El primer aviso de “Chaca” fue a los 7’ con un remate bajo de Frezzotti que pasó junto al palo. La mano de Insúa no se notaba en el fragor de esos primeros minutos, todos los ataques iban por la izquierda porque Borghello no hacía pesar su velocidad y el volante derecho, Buffarini no prosperaba en el duelo de “colorados” con Penta.

A los 27’, en la única que Buffarini logró proyectarse envió un centro para Cuevas quien eliminó a Bernacchia pero se abrió mucho, quedó sin ángulo y resolvió mal. La respuesta de Chacarira fue letal: Trullet hizo en una jugada más que en toda la temporada que pasó en Talleres, puso en ridículo a Rivera y envió un centro medido a la cabeza de Milla, muy solo, -tanto que pareció adelantado- y no tuvo inconvenientes para abrir el marcador.

Ese gol conmovió a Talleres, en el siguiente ataque Penta encarando de izquierda hacia el medio sin oposición casi convierte el segundo pero Grosso contuvo abajo. Del gol de la visita en adelante Chacarita comprobó que cada vez que sus volantes atacaran por el callejón central, nadie los frenaría. Porque Dolci no está para ser el único hombre de marca y el equipo de Insúa quedó partido. Todos los delanteros que pretendió poner en cancha muy arriba, y sus defensores muy expuestos ante un Chacarita que le encontró rápido la vuelta. Sobre todo a Oyola que, luego de su larga inactividad, reapareció dando ventajas como último hombre y un Rivera que ni de volante ni de lateral aportó solución alguna.

Para el arranque del complemento, Talleres retomó la iniciativa, por el ingreso de Basualdo en lugar de Dolci obteniendo más marca y recuperación. Y con ímpetu arrinconó a un Chacarita que mostró fisuras y desatenciones en su última línea. Buffarini completó su escasa producción, con otro desborde que Borghello capturó en el área y su remate de media vuelta explotó en el travesaño. A los 12’, en pleno dominio albiazul, apareció su goleador, cuando Cuevas, un pasito adelantado puso la punta del botín y venció a Bernacchia para el 1-1. Era el mejor momento de Talleres y sin embargo todo se desplomó. Alcaraz (hay que jugar mal atrás para que te haga un gol Alcaraz) le ganó a la lentitud de Gill y Oyola, y disparó por debajo de la salida de Grosso para el 2-1 que acalló el estadio.

Allí se terminó el partido para Talleres. Buffarini terminó pésimo una noche que había empezado mal con su expulsión y con diez hombres, Talleres quedó a merced de un rival que tiene más funcionamiento, más oficio y un par de jugadores capaces de manejar los tiempos, como Gallardo en el medio y Figueroa de tres cuartos de cancha para adelante. Chacarita pudo golear, como cuando Figueroa habilitó a Milla y la pelota se fue rozando el poste o como cuando Grosso le ganó dos veces en el mano a mano a Alustiza, el movedizo delantero que había entrado para explotar su velocidad y dejaba parada como poste a Rivera cada vez que lo encaraba.

Ese tercer gol que le anularon a “Chaca”, vaya a saber por qué, habría sido un marcador más acorde a lo que se vio en el segundo tiempo con un Talleres desbordado e impotente para atacar y defender.

Al principio la pregunta era si Talleres lograría abstraerse del clima del clásico. La respuesta quedó a la vista, con los nervios de punta de cara al partido del sábado. El otro interrogante era saber si el equipo mostraría algo de lo que pretende Insúa y la respuesta también es no, porque este Talleres se pareció mucho al que golearon en la fecha pasada.