-
Buffarini con la marca d eun rival.
-
Barrionuevo maniobra ante la marca de Solís. Aunque hizo figura al arquero Vivaldo, Talleres no pudo cambiar la historia con su reacción del segundo tiempo.

Hugo García /
[email protected]

Cuando reaccionó, Talleres ya perdía 2-0. El esfuerzo posterior y el descuento fueron insuficientes.

La elección de jugar con tres delanteros ofrecía un interrogante: ¿qué pasaría cuando Talleres no tuviera gol? ¿Cuando se silenciaran Borghello, Miralles y Cuevas, y todo el peso del equipo debiera recaer sobre un sistema defensivo al que todavía le faltan un par de horneadas?

Algo de eso sucedió anoche en Mendoza. La “T” ofreció un primer tiempo para el olvido, en el que Independiente Rivadavia hizo la diferencia y casi lo golea. Y un segundo segmento valorable, en el que apostó a jugar mejor, aun con un hombre menos, y generó cinco situaciones de gol. No alcanzó. Y mientras no encuentre un equilibrio, seguirá expuesto a padecer resultados como el de anoche, por más que su rival llegara conflictuado y condicionado por una goleada.

Golpes en seco. A Talleres no lo dejaron pararse como aspirante a la punta del torneo. Independiente Rivadavia lo sorprendió con la sociedad que armaron Martín Gómez, que no es un “simple livianito”, y Mateo Martinelli, con sus subidas por izquierda. La cancha, mojada y pesada, también contribuyó para hacerle la vida imposible a la defensa albiazul.

Cuando Talleres se dio cuenta de cuál era el plan del local, ya perdía 2-0. ¿Los goles? El primero, a los seis minutos, cuando Germán Real cabeceó al gol un preciso centro de Martinelli, en una jugada que incluyó un taco previo del pelado Gómez.

Talleres sufrió “la maldición del ex” (esta vez padeció al “Gordo” Real), y no sufrió más porque el local se tomó una pausa. Volvió a anotar a los 25, cuando Cuevas quiso despejar un tiro libre de Martinelli y, de cabeza, venció a su compañero Brasca.

Los únicos momentos en los que reaccionó Talleres fueron después de cada gol, y casi como actos reflejos. Con algunas subidas de Maidana que exigieron a Vivaldo, con un tiro de Miralles que rechazó Palacio y también con un par de cabezazos de Borghello. Demasiado poco como para pretender torcer un destino adverso.

Pólvora mojada. Con el ingreso de Quiroga por Rivera, Talleres recuperó la pelota en el medio campo porque Basualdo ya no tuvo un espacio tan grande para cubrir. La apuesta de Capitano dio resultado con el gol del propio Quiroga, a los 11 minutos, tras el primer encuentro entre Borghello y Buffarini.

Talleres ya estaba condicionado por la expulsión de Miralles (saltó con Martinelli y el árbitro se apresuró a mostrarle la roja). Pero además del impulso del descuento, encontró un aliado impensado en el técnico rival, que sacó a los mejores de su equipo. Las salidas de Real, Martinelli y Gómez le dieron al albiazul el envión que le hacía falta para jugarse entero en pos del empate. Generó al menos cuatro situaciones de gol, pero no pudo con Vivaldo y con su falta de puntería.

No pudo llevarse al menos un punto de Mendoza, y se fue lamentando aquel flojo arranque lleno de ausencias. Cuando quiso cambiar la historia, Vivaldo dijo presente y clausuró su arco. Y también la ilusión de la “T”.