-
Civarelli.

El fallecimiento de Eberto



VICTOR HUGO CIVARELLI (*)

Yo estuve desde el primer momento cuando nos enteramos de su enfermedad, y nunca lo abandoné. No nos separamos nunca, es más, entabló una buena relación con mi hija Rocío, que padece leucemia. Entre los dos se daban fuerzas, y trataban de empujarla juntos.

Cuando mi hija me comentó que estaba difícil, me fui a verlo y me quedé hasta su último suspiro. Encima, cuando lo vi me agradeció mucho y le mandó saludos a todos los chicos. Tenía una bondad impresionante, se hacía querer, porque era distinto. Sin duda, Dios se lo llevó para ubicarlo con todos los santos.

Yo lo fui a buscar a Corrientes, en una prueba de jugadores que hicimos en Paso de Los Libres. Sobresalía por su físico y por su estado atlético. Llegó a Boca muy pequeño, no era de extrañar a su familia, y disfrutamos junto a él todos sus logros: su debut, la convocatoria al seleccionado Sub-20... Le pusimos “Anguila” de sobrenombre porque una vez lo tiramos al barro, y salió negro, con los ojitos blancos, y como era flaquito, el apodo nació solo.

Tengo mucho dolor, porque lo conocí desde que decidió ser futbolista y lo vi crecer. Tengo muchas preguntas, pero ninguna respuesta. Compartimos tantas cosas juntos, era como un hijo más. Espero que ahora esté descansando en paz.

(*) Entrenador de arqueros de Boca, ex jugador de Colón, Newell’s, Independiente e Instituto.