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Cuevas fue la figura de la "T".
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Iván, el terrible. La movilidad de Borghello fue un problema para Pena y el resto de la defensa de Aldosivi.

Hugo Caric /
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La "T" ganó bien, aunque su falta de equilibrio le complicó el partido.

Talleres debió esperar nueve meses y 22 días para parir otra victoria en Córdoba. Le costó bastante, tal vez demasiado, sostenerla en el final. Más allá de los méritos sobrados que había acumulado para llevarse esos tres puntos tan esquivos. Por eso su gente celebró a más no poder las últimas dos atajadas de Valentín Brasca, cuando Aldosivi ya buscaba el empate con tres delanteros y con su propio cuidapalos en el área contraria, y la "T" aguantaba con una montonera en su propio campo y con Cuevas como única referencia en el territorio contrario.

No fue esa la disposición de Talleres en el arranque del partido. Salvador Capitano había jugado sus fichas al tridente Miralles-Borghello-Cuevas en una apuesta ambiciosa, al menos en los papeles. Después le costó llevarla a la práctica, porque Miralles no sintió eso de retrasarse e intentar ser el armador, y porque Basualdo quedó muy solo en el círculo central para pelear en pie de igualdad contra un medio campo contrario que lució bien parado, criterioso y lleno de variantes.

Talleres transitó 90 y pico de minutos entre la abundancia ofensiva (sumada la chance de las escaladas de Buffarini) y cierto desconcierto defensivo, y terminó festejando un triunfo que no admite discusión. Al son de los vaivenes tácticos de su técnico, cumplió una actuación con picos y baches en lo futbolístico, aunque esta vez con un gran temperamento como hilo conductor.

Sorprendió de entrada al Tiburón, con un gol de Cuevas al minuto de juego, pero no supo defender la ventaja con la pelota en su poder y entonces llegó la confusión. El gol de Cafasso, a los 17 y luego de una pifia de Álvarez, pareció agitar algunos fantasmas. Por suerte para la "T", la única aparición fantasmagórica fue la de Cuevas, a los 32, aprovechando un quedo del fondo visitante para sacar a relucir otra vez su "chapa" de goleador.

Talleres lo pudo liquidar en el inicio del complemento, cuando tuvo a los revolcones a Campodónico y el árbitro Baliño no le cobró un penal. Luego fue arriando sus banderas ofensivas, y llegó el turno de Brasca. En medio del festejo, en el final, alguien recordó aquello de que primero hay que saber sufrir.