Hugo García
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Tras los incidentes del partido ante Huracán de Parque Patricios, la interna de la barra brava de Talleres quedó ahí, en un lugar privilegiado, puesta a consideración nacional. Ahora, aquellos que le permitieron llegar a ese lugar deben borrar con el codo lo que alguna vez escribieron con la mano. Y no será fácil.

Las camisetas nuevas entregadas por un gerenciador a La Fiel y Las Violetas, aquel "notable" que se atribuyó la última "unión" de la barra, el pulmón separatorio que le asignó la Policía en la popular norte y aquel ingreso de los "hinchas" al vestuario mismo antes del Apertura, quedaron como imágenes simbólicas. La lucha se inicia con la prohibición de ir al Chateau, pero es apenas el comienzo y no una solución instantánea para un problema de años.

Si no se entiende como el inicio de un plan serio, se corre el riesgo de que, igual que hoy, siga siendo más relevante el éxito de un operativo de seguridad, que el partido mismo. Que importe más si las barras están "amigas" a que si Diego Ceballos está bien explotado o no. Así estamos.