La "T" no tuvo juego para superar a un Almagro limitado y rescató un punto gracias a su goleador.

No es común que suceda, y menos en una categoría profesional del fútbol argentino. Pero ayer Talleres tenía una chance irrepetible para poder curar un poco sus heridas y darle paz a su conflictuado presente. Lo recibía el peor Almagro de los últimos tiempos (hace cinco partidos que no gana y eso motivó un cambio de DT) y en un escenario en el que no existían presiones de ningún tipo. El clima era casi familiar. Es más: hasta podían escucharse desde las tribunas los gritos de los jugadores.

Pero Talleres desperdició la ocasión. No aprovechó ese microclima favorable, y tampoco que Almagro lo haya respetado casi toda la tarde. Por el contrario, cuando el partido marchaba rumbo a un 0-0, Talleres se complicó solito al regalarle un tiro libre al borde del área que Elvio Friedrich clavó a un ángulo, cuando iban 29 minutos de juego.

Y debió esperar más de medio tiempo para que Diego Ceballos empatara tras un mal rechazo defensivo, y así evitara una caída que hubiera sido humillante. El penal que el juez Bertinotti no le cobró a Bustamante, en el final, hizo que la "T" se marchara con la sospecha de que lo habían privado de un triunfo. Eso no alcanzó a disimular los estigmas futbolísticos que acompañan al equipo.

Ni dos pases seguidos. Lo de Almagro fue muy flojo, está claro, pero también es cierto que Talleres tuvo sus limitaciones, sobre todo para elaborar las jugadas. Recién en el inicio del complemento, el equipo de Oste-Carrizo logró concretar más de dos pases seguidos sin morir en el intento. Fue en una incursión de su propio goleador, quien envió un centro atrás, que nadie conectó.

¿Por qué debió esperar tanto? Porque al pibe Díaz nadie se la alcanzaba, porque Klein y Ríos no fueron creadores alternativos y pocas veces pudieron progresar por las bandas, y porque a Píriz aún le falta ritmo. Pero lo más grave es no saber a qué juega cada compañero. Vaya el caso de Ceballos. Pese a haber marcado 10 goles, no ha sido aprovechado en su real magnitud. Terminó consiguiendo el empate al bajar una pelota que un defensor rechazó hacia atrás. Pero antes había tenido que bajar para juntarse con Klein (lo dejó solo y clavó un tiro en el palo) o bien salir del área para que un volante aproveche los espacios. Como delantero, siempre es una referencia. Pero nadie sabe ubicarlo.

Entonces, si se desconoce cuándo y dónde aprovecharlo mejor a Ceballos, ¿qué puede quedar para el resto? La culpa deja desnudos a varios.

Juego ausente. Ayer, Talleres puso en escena tres esquemas diferentes, pero no hubo caso. El juego siguió ausente. Primero, un 4-3-1-2, con Díaz de enganche; luego del 0-1, un 3-3-2-2, con un enganche extra: Bustamante; finalmente, un 3-3-1-3, con Pasquinelli como tercer delantero.

Con un poco de idea podría haber aprovechado la lentitud de los defensores de Almagro. Pero esa lectura de juego no se hizo y Tauber apenas tuvo que esforzarse un par de veces. Menos mal que apareció Ceballos. Otra vez, y van...