En un partido pobre y chato, Talleres no supo ganarle a la CAI. 12 mil personas acompañaron a la "T", pese al horario inusual.

A dos fechas del vaticinio absurdo, ridículo e irrespetuoso de Roberto Saporiti, Talleres continúa sin hacer pie en el campeonato. Por deficiencia propia, por su falta de ideas y porque su impotencia para jugar a esta altura es exasperante. Además la brecha entre un plantel interesante y un equipo importante sigue siendo grande. Por todas estas razones, el elenco albiazul por ahora participa, compite y no se ha convertido en protagonista del torneo.

En este compromiso ante un equipo limitadísimo como la CAI volvió a demostrar todo lo que le cuesta hacerse fuerte en el Chateau y superar a un rival que jamás arriesgó otra cosa que no sea cuidar a Trípodi sin aprovechar los espacios que Talleres generó en su desesperación por quedarse con los tres puntos.

Vale subrayar que como saldo de un partido realmente malo, Talleres fue el mejor de los dos, el único que buscó, el que hizo laburar al arquero sureño y el que tuvo tres o cuatro situaciones muy netas para resolver el partido, lógicamente, en términos de victoria. Aunque vale decir también que la chapa de uno perdió toda nitidez con la tibieza del otro. Y los objetivos de Talleres, que no tienen nada que ver con los de la CAI, no fueron demostrados por el que tenía a su cargo la mayor responsabilidad para jugar, atacar y especialmente ganar.

En el desarrollo del primer tiempo, Talleres tuvo tres chances muy netas para marcar; dos veces los palos le dijeron que no y en la restante, Eugenio Klein remató cruzado exigiendo al arquero visitante que terminó siendo figura. El equipo de Julio Zamora nunca se animó a comprometer a Talleres, ni aún cuando Villegas que comandó el ataque y que es buen jugador, detectó algunos espacios a las espaldas de Emanuel Giménez, bien acompañado a veces por un inquieto Jara que le apuntó a Trullet y todas las ventajas que este tiene a la hora de marcar. Por ahí, la CAI se arrimó a Pozo y en ese merodeo produjo un par de revolcones del guardián albiazul.

A pesar de la inferioridad numérica que Talleres tuvo en la mitad del terreno, el esfuerzo de Giménez y las trepadas de Kleim por la derecha, le permitieron al equipo de Oste-Carrizo poner el partido en terreno sureño, fundamentando esa intención a los 5' cuando Trípodi se confió en una pelota aérea, Ceballos se la cabeceó debajo de la pera, Bongioani hilvanó acertándole al palo derecho y de arremetida Piriz Alves se la cabeceó a las manos del arquero. Esa situación hizo presagiar que Talleres sería una tromba sobre la CAI pero no ocurrió. El equipo de Zamora equlibró con Camaño y Cáceres en el medio, sin desordenarse atrás y revoleando a las nubes toda cosa redonda y blanca que cayera sobre jurisdicción de Trípodi.

En el complemento avisó Villegas ante Pozo a los 8', a los 22' Herrera la sacó en la línea con su arquero en el piso y a los 33' Ceballos tuvo la más clara, apuntó, eligió el palo y la tiró afuera. El trámite nunca levantó. Talleres se fue dejando obnubilar por la desesperación atacando sin lucidez ni profundidad y la CAI se aferró al puntito que vino a buscar. Talleres sigue huérfano de ideas, anémico de fútbol, enfermo por su falta de protagonismo. Por eso el punto ante un rival mínimo no le sirve para mucho. Esta vez se levantó temprano pero no se despertó.