Marcos Russo
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Con lágrimas, Saporiti se despidió del plantel de Talleres. Por la tarde, asumió la dupla Oste-Carrizo.

Talleres vivió ayer una jornada de cambios y con diferentes sensaciones en torno a la dirección técnica del equipo. El predio del club La Tablada, en Villa Warcalde, fue por la mañana el escenario de la despedida de Roberto Saporiti. En el mismo lugar, por la tarde, asumió la dupla que conforman Roberto Oste y Fabián Carrizo.
Con la rescisión de su vínculo cerrada, Saporiti fue a saludar a sus ya ex dirigidos. "Lo mejor que me llevo es la relación con los jugadores", explicó. Fue tanto así, que el capitán Javier Malagueño intentó, en nombre del plantel, convencerlo para que continuara en el cargo.
Entre el gesto de sus ex dirigidos y sus sentimientos hacia el club albiazul, la despedida mostró a "Sapo" a lágrima tendida, en una imagen poco común en el fútbol. En su retirada, Saporiti hizo un balance de gestión. "Cuando llegué en enero, el club estaba en llamas porque estaba a un paso de descender al Argentino A y se terminó peleando el campeonato hasta el último partido", dijo.
"En julio del año que viene el equipo debe estar en Primera División. El pueblo tallarín no acepta estar en la B. Dejo al equipo en situación de pelear el campeonato", agregó.
En tanto, hizo una comparación entre la gestión del gerenciador Carlos Granero con su par de Belgrano Armando Pérez. "Fíjense la diferencia: el año pasado Pérez tuvo la espalda suficiente para decir que su equipo se podía quedar en la B, porque su proyecto es largo. Granero no puede decir eso porque no fue aceptado por la sociedad cordobesa", disparó.